“Al menos un tercio de la población está amenazada de hambre inminente en el país”, advirtió Kanem, preocupada por la violencia, “que ahora sufren mujeres y niñas”, y muy en particular las desplazadas.
La dureza del invierno y la disrupción de los transportes, en particular en zonas aisladas del montañoso país, sumado a la pandemia de coronavirus, no harán más que agravar una situación ya de por sí complicada.
“Hay mucha preocupación sobre cómo vamos a proporcionar cuidados médicos o de dónde procederá la próxima comida”, advirtió esta doctora panameña en la sede del FPNU en Nueva York.
En este contexto, las mujeres vuelven a llevarse la peor parte. “No podemos dejar de subrayar lo suficiente que incluso durante este periodo de transición, mujeres y niñas tienen derechos humanos que deben ser respetados”, advirtió.
Afganistán, recordó, es uno de los países con mayor índice de mortalidad durante el parto y el embarazo.
Y reiteró el mensaje de la comunidad internacional a las nuevas autoridades afganas, que tomaron el poder el mes pasado, antes de que Estados Unidos culminara el retiro de sus tropas poniendo fin a 20 años de conflicto.
“Las mujeres de Afganistán han dejado claro durante años que quieren su educación, sus cuidados médicos, y que están también listas, deseando y capaces de diseñar programas para poder liderar a sus comunidades”, recordó.
Pese a las promesas del nuevo régimen talibán, que se presenta de cara a la galería más moderado que en su paso previo por el poder (1996-2001), las señales hasta ahora no son muy alentadores para la población femenina del país.
- Único sostén de la familia -
Por un lado, parecen menos radicales, molestan menos a las mujeres en la calle y las autorizan a estudiar siempre de acuerdo a la “charía”. Pero por otro, han eliminado el Ministerio de Asuntos de Mujeres, y las reemplazan por hombres en algunas administraciones, además de restablecer la separación por género en la universidad.
Kanem recuerda que en un Afganistán arrasado por décadas de conflictos, muchas mujeres, en particular en zonas más castigadas por la violencia, son el único sostén de las familias.
Por ello “deseamos que haya la posibilidad de entregar bienes a las personas de las pequeñas comunidades” y “proteger el estatus de los trabajadores sanitarios humanitarios, incluidas las mujeres”.
“Hemos dicho que queremos poder mantener funcionando el sistema de salud, lo que es bastante difícil en este momento, con el aeropuerto cerrado, y algunos profesionales que se han ido del país”, alertó.
- “Desastre total” -
Y es que “si el sistema de salud quiebra, va a generar un desastre total”, advirtió.
No obstante, “estamos contentos de que en la mayor parte de los casos, (...) nuestros centros de atención médica familiar (...), donde las mujeres embarazadas pueden recibir seguimiento, donde pueden ir y conseguir sus vitaminas y medicinas y cosas así, han podido seguir abiertos hasta ahora”.
La ONU desbloqueó el miércoles 45 millones de dólares de ayuda de emergencia para apoyar el sistema sanitario de Afganistán.
El régimen talibán, que no ha sido reconocido por prácticamente ningún país, solicitó a principios de semana participar en los trabajos de la Asamblea General de la ONU, que se reúne hasta el lunes en Nueva York, aunque es poco probable que la comisión de la organización que se encarga de conceder las credenciales permita que el emisario de los talibanes tome la palabra en la prestigiosa tribuna, según varias fuentes concordantes.
El FPNU es la agencia encargada de la salud sexual y reproductiva y la violencia de género del sistema de Naciones Unidas.