El 23 de abril de 1990, en el Paraninfo de la Universidad Alcalá de Henares, en Madrid, el rey Juan Carlos de España hizo entrega del Premio Cervantes al escritor paraguayo Augusto Roa Bastos.
La concesión del más importante galardón de las letras castellanas al autor de Yo El Supremo coronaba quizás el momento más elevado para la literatura paraguaya y celebraba a uno de los paraguayos más ilustres, que hasta hacía poco tiempo había vivido exiliado y perseguido por la dictadura stronista.
Luego de haber sido expulsado en 1982, Roa Bastos pudo regresar a su patria recién tras del derrocamiento de Stroessner, iniciando una prolífica etapa de creación literaria, que permitió conocer nuevas obras como El Fiscal, Vigilia del Almirante y Madame Sui, además de la versión teatral de Yo El Supremo.
En su discurso durante la recepción del Premio, Roa Bastos reivindicó el valor de la creación literaria: “La literatura es capaz de ganar batallas contra la adversidad sin más armas que la letra y el espíritu, sin más poder que la imaginación y el lenguaje. Y es esta batalla el más alto homenaje que me es dado ofrendar al pueblo y a la cultura de mi país. Que han sabido resistir con denodada obstinación dentro de las murallas del miedo, del silencio, del olvido, del aislamiento total, las vicisitudes del infortunio y que, en su lucha por la libertad, han logrado vencer a las fuerzas inhumanas del despotismo que los oprimía.”