Era la tarde del domingo 5 de febrero de 1989. Mientras gran parte de la población aún celebraba el derrocamiento de la dictadura del general Alfredo Stroessner, había una actividad inusitada en el Aeropuerto Internacional, que hasta entonces todavía se llamaba también “Presidente Stroessner”.
La información ya había sido confirmada. El gobierno brasileño había aceptado acoger como asilado político al mandatario depuesto, y Stroessner sería trasladado en un vuelo especial de Línea Aéreas Paraguayas (LAP), junto con miembros de su familia, hasta la ciudad de Itumbiaria, donde iba a residir provisoriamente en una fortificada residencia de la compañía brasileña de electricidad.
Cerca de unas 1.000 personas se habían juntado en el aeropuerto para despedir al ex gobernante. Desde la terraza del edificio, gritaban consignas en contra de la dictadura. Los militares a cargo del operativo habían dispuesto un férreo cordón de seguridad, y no permitieron que los fotógrafos y periodistas permanezcan cerca.
Apostado con un potente teleobjetivo, el reportero gráfico Rubén Alfonso -actual jefe de fotografía de Última Hora- logró captar el momento en que Stroessner subía la escalerilla del avión. Debido a la gran distancia, la figura del derrocado general aparece algo diluida, pero plenamente reconocible.
Era las 15.50 de la tarde. El general que había gobernado el país a sangre y fuego durante casi 35 años de poder absoluto, partía rumbo al exilio y nunca más iba a poder regresar.