El 22 de diciembre de 1992, un dato proporcionado por un anónimo informante, condujo al conocido defensor de los derechos humanos, Martín Almada, y al juez Agustín Goiburú, hasta una ignota dependencia policial de Lambaré, donde se guardaban grandes cantidades de informes, archivos y documentos de la Policía política de la dictadura.
Era la sección Producciones de la Policía Nacional, en Lambaré. La comitiva llegó al sitio alrededor de las 11 de la mañana, y tras vencer la resistencia policial, procedieron a abrir por la fuerza una oficina cerrada con candados, donde se guardaban aproximadamente tres toneladas de documentos, muchos de ellos relacionados con el tristemente célebre “operativo Cóndor”, de intercambio ilegal de presos políticos entre las dictaduras militares del Cono Sur.
La foto captada por el reportero de Última Hora, Gracianiano “Fotosky” Irala, muestra el momento del hallazgo de los documentos amontonados en el piso de la habitación.
Durante las horas siguientes, los propios periodistas que acompañaron el operativo, ayudaron a vigilar que los documentos no desaparezcan y pusieron a disposición los móviles de prensa para trasladar los papeles hasta un depósito del Palacio de Justicia, en el barrio Sajonia.
El hallazgo de los documentos permitió demostrar de manera precisa cómo los esbirros de la dictadura realizaban un seguimiento de los opositores, que incluían registros completos, con direcciones, teléfonos, familiares y hasta tendencias ideológicas y sexuales. Un testimonio considerado invalorable para probar los crímenes de lesa humanidad del régimen stronista.