En la mañana del 1 de mayo de 1986, las organizaciones sociales y políticas que se movilizaban exigiendo una apertura democrática en Paraguay, habían programado participar de una misa en la Parroquia Cristo Rey, en Asunción, en celebración del Día Internacional de los Trabajadores.
El templo se encontraba lleno, principalmente con trabajadores y médicos del Hospital de Clínicas –que venían realizando una serie de manifestaciones, exigiendo aumentos salariales y más recursos, y habían padecido una fuerte represión-, sindicalistas de gremios independientes, movimientos juveniles contestatarios y dirigentes de partidos políticos de la oposición.
Policías uniformados y de civil rodeaban los accesos a la iglesia, especialmente en la esquina de las calles Colón y 25 de diciembre, donde el tránsito fue cortado.
Tras la misa, los asistentes se dispusieron a realizar una manifestación pacífica, coreando cantos y consignas contra la dictadura. Pero apenas salieron a la calle, los policías avanzaron y empezaron a golpear a los manifestantes con garrotes y cachiporras, mientras arrojaban granadas de gases lacrimógenos contra la multitud.
Fue una de las represiones más violentas contra una manifestación opositora en la década de los 80. Entre los asistentes había mujeres y niños, que gritaban y lloraban aterrorizados. Muchos manifestantes buscaron refugio en las casas vecinas, pero igual fueron perseguidos hasta el interior por los garroteros, y golpeados sin piedad. Varios manifestantes acabaron heridos y muchos otros fueron detenidos.