El barman secaba con desgano una copa de cristal mientras miraba el noticiero de la noche en un televisor empotrado en la pared. En la pantalla apareció la imagen borrosa de un preso en Viñas Cué.
–Es Lino Oviedo –le dijo el hombre–. Al pedo lo tiene preso Nicanor. Apenas salga se convertirá en presidente.
–Eso nunca pasará –respondió con la voz arrastrada un segundo bebedor que estaba a su lado, y que hasta entonces se había mantenido en silencio. Media botella vacía de whisky daba cuenta de su borrachera.
Lejos de molestarse, al hombre le pareció divertido. Y decidió seguirle el juego.
–¿Y cómo lo sabe usted, mi amigo? ¿Es analista político o adivino?
–No, señor –respondió–, vengo del futuro.
El hombre y el barman cruzaron una mirada cómplice. El barman apagó la tele y se acercó para escuchar mejor.
–¿Y se puede saber de qué año viene usted?
–Del 2020
–¡Caramba! Y cuéntenos, por ejemplo, quién es nuestro presidente en el 2020, ya que no es mi general, según usted.
–Mario Abdo Benítez.
La reacción fue una carcajada espontánea de ambos.
–Discúlpenos, señor viajero del tiempo, pero no lo esperábamos. ¿Así que el ex secretario de Stroessner se convirtió de anciano en presidente?
–Él no. Su hijo, Marito.
–Si ese chiquilín ni siquiera hace política. ¿Y cómo ganó, contando chistes del padre?
–No, haciéndole oposición a Cartes.
Ahora sí los dos quedaron perplejos.
–¿El dirigente de Libertad que estuvo preso? ¿Qué tiene que ver?
–Ese fue el presidente anterior.
Y otra vez las carcajadas.
–Perdón, no queremos faltarle el respeto, ¿pero eso fue antes o después de que los gringos eligieran un negro de presidente?
–Antes.
–¿Cómo? ¿No pretenderá convencernos de que hay un negro en la Casa Blanca?
–Había. Ahora está Donald Trump.
–Ese nombre lo sacó de un reality show. Es el pelirrojo que organiza la elección de mises.
–Sí, pero ahora es presidente de Estados Unidos
–Seguro, le creemos. ¿Y el Papa polaco ahora es alemán o chino?
–Justamente hubo uno alemán, pero renunció.
–Acaba de arruinar su historia, los papas no renuncian.
–Este sí… y asumió uno sudamericano.
–Ya sé, no me diga, ¡es paraguayo! Es más, déjeme adivinar… el obispo de San Pedro... Fernando Lugo.
–No, ese no es Papa… es papá… y renunció al obispado.
–¿Lugo colgó los hábitos para ser papá?
–Para eso solo se los remangó… renunció para postularse a presidente.
–¿Para el 2028?
–No, para el 2008. Y ganó
–¿Lugo va a ser presidente en cuatro años? Genial… y sus ministros serán los de Ab Ovo, supongo.
–No, esos son legisladores.
–¿En serio? ¿Y el presidente de la Corte quién es… Mario Ferreiro?
–No, él es intendente… era
–Seguro… y el Papa es argentino.
–Sí, se llama Bergoglio.
–OK. Suficiente delirio por hoy, me voy –dijo el hombre.
–No son delirios –le espetó un tercer bebedor que había escuchado la conversación en silencio.
–Lo sé, porque yo también vengo del futuro… del 2040.
Los tres lo miraron desconcertados. Y esta vez quien reaccionó fue el barman.
–Hagámosla corta, amigo: ¿Quién será entonces nuestro presidente?
–Eh… ¿escucharon hablar de un tal Jaka?
Dedicado a un amigo pesimista que cree que nuestro futuro es absolutamente predecible y no vale la pena intentar siquiera hacer algún cambio.