Según informa el Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC), en España, el estudio fue realizado con datos de la misión Gaia, de la Agencia Espacial Europea (ESA), y lo ha realizado un equipo liderado por investigadores del Instituto de Astrofísica de Canarias que ha publicado el resultado en la revista “Nature Astronomy”.
El IAC explica en un comunicado que la Vía Láctea es la parte más densa (disco) de la galaxia en la que nos encontramos y no siempre ha tenido la misma apariencia, de modo que su evolución es una de las principales incógnitas en la Astrofísica actual.
Para estudiar esta evolución, la misión Gaia está caracterizando simultáneamente brillos, posiciones, movimientos y composiciones químicas de una gran cantidad de estrellas individuales en nuestra galaxia.
Combinando medidas de brillo y distancia, astrónomos del IAC han determinado la luz que emiten intrínsecamente 24 millones de estrellas dentro de una esfera de 6.500 años-luz alrededor de nuestro Sol.
Mediante la comparación de sus brillos y colores con modelos estelares precisos han podido determinar la historia evolutiva de la Vía Láctea más detallada hasta la fecha, añade el IAC.
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Tomás Ruiz Lara, astrofísico del IAC y primer autor del artículo, comenta que “era de esperar que nuestra Vía Láctea no hubiese formado estrellas de manera constante a lo largo de toda su historia, pero lo que no esperábamos era el hallazgo de periodos bien definidos de gran actividad”.
Hace unos 13.000 millones de años, la formación estelar era violenta y sostenida, y el ritmo al que se formaban las estrellas decreció paulatinamente con el paso del tiempo. Sin embargo, superpuestos a ese comportamiento se sucedieron drásticos episodios de formación estelar, durante los que se llegó a cuadruplicar el ritmo habitual.
El primero de esos episodios drásticos tuvo lugar hace unos 5.000 o 6.000 millones de años, seguido por otros hace 2.000, 1.000 y 100 millones de años, y no se sabía qué podía provocar estos eventos tan violentos en un sistema tan masivo como nuestra galaxia.
Los investigadores señalan que para responder a esa pregunta se debe tener en cuenta que la Vía Láctea, aunque en una zona relativamente vacía del Universo, no está totalmente aislada: junto a nuestra vecina Andrómeda (M31) y decenas de galaxias mucho más pequeñas (llamadas enanas) en órbita a su alrededor, forma el llamado Grupo Local.
Entre las galaxias enanas próximas destaca la de Sagitario, que actualmente se encuentra en plena interacción con nuestra galaxia.
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Pero esto no sólo está pasando ahora, y complejas simulaciones sugieren que hace unos 5.000 o 6.000 millones de años Sagitario experimentó el primer acercamiento a la Vía Láctea.
Ese acercamiento se repitió hace 2.000 y 1.000 millones de años, coincidiendo precisamente con los eventos de formación estelar desvelados por este estudio (así como en la propia Sagitario).
Todo indica, según Carme Gallart, investigadora del IAC y miembro del equipo investigador, que estos acercamientos e interacciones entre ambos sistemas han sido capaces de espolear la formación de nuevas estrellas en nuestra galaxia, afectando drásticamente a su evolución.
Estos resultados cuestionan modelos actuales de formación estelar en galaxias y plantean límites a estudios teóricos futuros.
Una implicación inesperada de este trabajo resulta al situar en este contexto a nuestro Sistema Solar, que se formó hace unos 4.700 millones de años, a partir del colapso de una gran nube de gas y polvo.
Dice Tomás Ruiz Lara que podría ser que nuestro Sol fuera una de tantas estrellas formadas hace 5.000 millones de años, como consecuencia de la interacción entre nuestra galaxia y Sagitario.
“Y podría ser que estuviéramos siendo testigos de uno de los eventos astronómicos clave que dio lugar al mundo tal y como lo conocemos actualmente”, añade.