En este 8 de marzo una manera de celebrar este día sería el reconocimiento de que sobran los discursos y son necesarias acciones concretas de parte de la sociedad y del Estado para cambiar la lacerante realidad: Paraguay no ofrece oportunidades ni es un país seguro para niñas ni mujeres.
Las reivindicaciones que dieron origen a la recordación, lamentablemente, siguen vigentes en todo el mundo. Desde aquel 8 de marzo de 1911, cuando más de un millón de personas marcharon en toda Europa en el primer Día Internacional de la Mujer para exigir su derecho al voto y derechos laborales, hay realidades que no han cambiado.
No hay dudas de que hemos avanzado en cuanto a la igualdad jurídica, y aunque las paraguayas han sido las últimas en conseguir el derecho al voto, a nivel de la Constitución Nacional y las leyes, la igualdad está reconocida. No obstante, las posibilidades para la participación política de las mujeres no están aseguradas, porque, pese a todo, siguen siendo excluidas de los cargos altos, electivos o no; y tampoco hubo avances en cuanto a la representación parlamentaria.

Es necesario recordar el caso de la pérdida de investidura de la senadora Kattya González, en lo que ha sido un acto que no solo forzó normativas del Congreso Nacional, sino se puede interpretar como un mensaje de advertencia para las fuerzas de oposición y, particularmente, para las demás mujeres que aspiran a participar en política.
El origen de la recordación del 8 de marzo tiene un marcado acento de reivindicaciones laborales. En este sentido, se debe reconocer también que solamente las leyes no bastan para cambiar las condiciones de vida de las mujeres y construir una igualdad real.
En el Paraguay persiste el desigual acceso a la educación, a los cargos electivos, al empleo y sobre todo, la brecha salarial que persiste, es una ominosa mancha.
Según los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), a pesar de que tienen más años de estudio, las paraguayas todavía perciben menos en sus salarios respecto a los trabajadores varones, de acuerdo con la Encuesta Permanente de Hogares Continua. Además, otro dato preocupante señala que los hogares liderados por mujeres están más expuestos a la pobreza. Asimismo, el país ha retrocedido en el índice global de brecha de género del Foro Económico Mundial, evaluación para la cual consideran las dimensiones de oportunidades económicas, logros educativos, salud y supervivencia y empoderamiento político.
Paraguay debe formular de manera urgente políticas públicas que inviertan en la educación, la formación y la creación de trabajo digno para las mujeres, para asegurar su participación libre en la sociedad y especialmente garantizar su derecho a vivir una vida digna y sin violencia. Ya llegó la hora de deshacer las prácticas de la cultura machista que las desvaloriza y subestima, y reemplazarlas por una nueva cultura que reconozca su potencial; ha llegado la hora de reconocer la contribución de las mujeres al país, en la cultura, la familia, la economía y la política.
Este 8 de marzo es una jornada oportuna para que la sociedad y las instituciones asuman el compromiso de trabajar más para lograr asegurar para las niñas y las mujeres del país, educación, salud y, empleo de calidad, garantizar una vida sin discriminación y sin violencia, asegurando su bienestar y calidad de vida.