Así lo constata el informe On thin ice: cómo reducir la contaminación puede ralentizar el calentamiento y salvar vidas, de la Iniciativa Internacional sobre el Clima de la Criósfera (ICCI por sus siglas en inglés) que detalla los impactos del cambio climático en las regiones de la criósfera en todo el mundo: el Ártico, la Antártida, el Himalaya, los Andes y África Oriental.
“Los glaciares tienen una importancia global, ya que son los principales contribuidores al aumento del nivel del mar”, aseguró en declaraciones a EFE la investigadora de la Universidad de Alaska (EEUU), Regine Hock, y añade que “incluso la gente que nunca ha visto un glaciar se verá afectada por el deshielo”.
Los glaciares seguirán perdiendo masa
Los glaciares están perdiendo masa en todo el mundo, y “continuarán haciéndolo incluso si detenemos ahora mismo las emisiones, porque la criósfera responde lentamente a los fenómenos que le afectan”, por lo que, incluso si se detuviese el cambio climático, “seguirán perdiendo masa durante décadas”, describe Hock.
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Sin embargo, la cantidad de gases de efecto invernadero que emitimos sí puede marcar la diferencia, “ya que cuanto mayor sea el escenario de emisiones, mayor será la pérdida de masa”, anuncia Hock.
Por otra parte, el informe también muestra que “algunas acciones para reducir la contaminación beneficiarían a diferentes regiones de la criósfera: abordar las estufas de leña, la quema en campo abierto o de bosques y el diésel beneficiarán al Ártico, mientras que las estufas de carbón tendrían un mayor impacto en el Himalaya”.
El deshielo de la criósfera supone “un aumento del nivel del mar de 0.8 milímetros cada año”, explica la científica, lo que “afecta de manera directa a las personas que viven en las zonas próximas a los glaciares”.
La pérdida de glaciares libera Metano y CO2
El fenómeno de pérdida de volumen de los glaciares tiene también otros impactos, como la liberación de metano y CO2 del permafrost y las regiones cercanas a las costas siberianas o la aceleración del calentamiento global, debido a la pérdida de hielo marino en el Ártico, según detalla el informe.
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Además, a medida que aumentan las temperaturas en la criósfera se incrementan ciertos riesgos, como el derretimiento de Groenlandia o el colapso de la capa de hielo de la Antártica occidental.
“Esta es la Cumbre de los océanos”, asevera la investigadora del ICCI, Geïdi Sevestre, pero “no solo es la Cumbre Azul por los mares, también por la criósfera, y es la primera vez que esta tiene un pabellón dedicado a su estado en los veinticinco años desde que se celebra la COP”, asegura.
El mensaje que lanza el ICCI es claro: en lo que refiere a la criósfera, no podemos superar el aumento de la temperatura del planeta de 1.5 grados, el límite que “no deberíamos cruzar, y sin embargo, es hacia donde nos estamos encaminando”, lamenta Sevestre.
Por esta razón, “lo que intentamos hacer en ICCI es conectar a los científicos con los responsables políticos y a todos los interesados”, para abordar esta situación e intentar mitigar sus efectos.
“Todos estamos conectados de alguna manera a la criósfera”, continúa Sevestre, y además, “hay 2.000 millones de personas que dependen de los glaciares para obtener agua y, aunque la mayoría de la gente nunca verá uno, nos afecta a todos”.