“El rechazo a la violencia debe ser firme y claro por parte de todos los sectores de la ciudadanía”, dijo en rueda de prensa el ministro de Interior, Víctor Pérez.
El primer santuario en arder fue la Iglesia San Francisco de Borja, usado regularmente por el cuerpo policial de Carabineros para ceremonias institucionales, y horas más tarde fue la Iglesia de la Asunción, una de las más antiguas de la capital, con más de un siglo y medio de antigüedad.
Las imágenes de la cúpula de este último templo en llamas y desplomándose, entre aplausos y vítores de un grupo de manifestantes, se difundieron por las redes sociales.
“A siete días del plebiscito, el Gobierno reitera su voluntad de que todas las diferencias de los chilenos las resolvamos a través de los mecanismos democráticos”, indicó Pérez, en referencia al plebiscito sobre una Constitución que se celebrará el 25 de octubre y que fue convocado como una salida institucional a la crisis social.
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El presidente de la Conferencia Episcopal de Chile, el obispo Santiago Silva, pidió por su parte en un comunicado “que la violencia no intimide el anhelo de justicia para Chile” y afirmó que en las democracias los ciudadanos se expresan a través del voto libre y “no bajo las presiones del terror y la fuerza”.
Los templos incendiados se encuentran en los alrededores de la Plaza Italia, el epicentro de la ola de protestas que estallaron hace justo un año y que este domingo fue escenario de una de las concentraciones más masivas en lo que va de año.
En las cercanías de la rotonda, bautizada por los manifestantes como “Plaza Dignidad”, se prendieron algunas barricadas y fueron saqueados además varios comercios. También hubo incidentes en la periferia capitalina y en grandes ciudades como Antofagasta (Norte).
Estos actos ensombrecieron una jornada que transcurrió desde temprano y durante horas en un ambiente muy festivo y familiar, con decenas de miles de personas blandiendo banderas y pancartas a favor de una mayor igualdad social.
El 18 de octubre del año pasado estallaron en Chile las revueltas más graves desde el fin de la dictadura de Augusto Pinochet (1973-1990), con una treintena de muertos y miles de heridos, y que estuvieron algunos meses suspendidas por la pandemia.
“Sabemos que los grupos violentos van a tratar de seguir actuando y los vamos a enfrentar”, alertó Pérez.
El cuerpo policial de Carabineros, que está muy cuestionado por uso excesivo de la fuerza pero que este domingo cambió de estrategia y estuvo la mayor parte del tiempo replegado, dijo de que al menos 18 agentes resultaron lesionados en distintos puntos de la capital, pero no informó del número de detenidos