Uno de los momentos icónicos de la política paraguaya se vivió en el año 2008, cuando Fernando Lugo, el ex obispo de la diócesis de San Pedro, una de las zonas más pobres del país, derrocó al Partido Colorado y se convirtió en presidente de la República.
Su llegada al sillón presidencial coincidió con dos momentos claves: El hartazgo ciudadano por la situación social y económica del país y la disputa interna de la Asociación Nacional Republicana (ANR).
Fernando Lugo, de la Alianza Patriótica para el Cambio, y con fuerte apoyo del Partido Liberal Radical Auténtico (PLRA), obtuvo un total de 766.502 votos, superando a la candidata colorada Blanca Ovelar (540.593) y a Lino Oviedo (386.597).
Marta Ferrara, directora de Semillas para la Democracia, califica como un cambio fundamental no solo en el sentido histórico, sino también porque se convirtió en el primer mandatario elegido popularmente al que se le entregó el poder pacíficamente como oposición.
“Creo que eso ya fue en sí un hecho muy importante y luego también se demostró que se pueden hacer algunas cosas de forma diferente”, afirma.
A ese pensamiento se le suma la politóloga Rocío Duarte, quien asegura que esa victoria fortaleció la democracia. “Significó que efectivamente el sistema electoral paraguayo permitiera el acceso al poder de representantes con preferencias de políticas públicas distintas”, expresó.
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Rasgos del gobierno de Fernando Lugo
La administración de Fernando Lugo se caracterizó por fortalecer las políticas sociales, como mejorar el sistema de salud y otorgar servicios gratuitos. En el ámbito educativo implementó el programa “Una computadora por niño” e introdujo por primera vez la merienda escolar.
Desarrolló programas sociales, sobre todo en el campo de la niñez y respaldó a las familias humildes, en especial en zonas rurales. Mostró interés en la transparencia pública dando mayor apertura a las binacionales Itaipú y Yacyretá.
Pretendió cambiar la imagen corrupta de la Policía Nacional con varios procesos judiciales y generó acciones para minimizar el impacto de la crisis económica mundial con la estabilización del dólar.
Se mostró favorable a la colaboración público-privada y durante su periodo de gobierno se tuvieron récords en materia de crecimiento económico, que se generaron por la exportación de materias primas y la expansión de los sectores comercial, industrial y de la construcción.
No obstantes, uno de sus mayores legados fue el tratado firmado con el Brasil sobre la Itaipú Binacional. Se aumentó a casi el triple el monto abonado por la venta del excedente paraguayo de energía en la hidroeléctrica. Con eso se logró una mayor recaudación anual.
La socióloga Milda Rivarola destaca que durante la administración luguista también se tuvo un manejo más eficiente de gran parte del aparato del Estado. Incluso lo calificó de un gobierno “muy bueno”.
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Impacto positivo de la alternancia
Un informe de la organización Latinobarómetro menciona que Fernando Lugo llegó al Palacio de López con el 84% de aprobación y de confianza hacia nuevos cambios. Se trató del porcentaje más alto de satisfacción durante la transición democrática.
“En Paraguay tuvieron que sucederse cinco elecciones después de la dictadura para que haya alternancia. Y el impacto positivo se notó en las mediciones sobre actitudes ciudadanas”, sostiene el politólogo Marcos Pérez Talia.
Y hace un comparativo sobre la confianza en los gobiernos a mitad de mandato: Lugo era el que más confianza generaba con 46,5% en 2010, frente al 6% de González Macchi en 2002, 25,7% de Duarte Frutos en 2006, 24,1% de Cartes en 2016 y el 13,1% de Mario Abdo en 2020.
“Solamente durante el gobierno de Lugo la satisfacción con la democracia fue superior a la insatisfacción. En los demás gobiernos, la insatisfacción se impuso ampliamente. La alternancia revalorizó el sentido democrático”, expresa.
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La brusca caída de un “gobierno alternativo”
Los grandes números de Fernando Lugo se fueron disminuyendo paulatinamente al no poder cumplir varias de sus promesas debido al quiebre posterior con su principal aliado, el PLRA, y por la ausencia de poder político en el Congreso Nacional, con fuerte resistencia colorada.
A Lugo le faltó un mayor liderazgo político para resolver esos conflictos internos para lograr una tranquilidad y estabilidad en el Gobierno. Tampoco pudo congeniar una agenda común de cambios con el Poder Legislativo.
Durante sus cuatro años de mandato debió sortear varias amenazas de juicio político en el Parlamento. Sin embargo, el cada vez más aislado mandatario sucumbió ante el demoledor golpe que significó la masacre de Curuguaty.
La histórica lucha por la tierra generó episodio sangriento con el enfrentamiento entre policías y campesinos en un inmueble de Marina Cué, ubicado la ciudad de Curuguaty, Departamento de Canindeyú. Unas hectáreas que estaban en litigio entre una empresa y el Estado.
En el lugar perdieron la vida 11 labriegos y seis uniformados. Esa crisis social se llevó al escenario político y provocó un huracán de conflictos. Los liberales descontentos y los colorados sedientos de volver al poder pergeñaron la destitución del jefe de Estado.
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“Por la condena” fue la frase que retumbó en la sede legislativa casi por unanimidad en un polémico juicio político. Fernando Lugo, el presidente de la alternancia, fue sacado del cargo en menos de 24 horas. Su entorno calificó el hecho como un “golpe parlamentario”.
Rápidamente asumió las riendas del Ejecutivo el entonces vicepresidente Federico Franco. El político liberal llegó a gobernar los últimos 10 meses bajo una crisis política con trascendencia internacional. Varios organismos regionales sancionaron al país.
“Se generó mucho descreimiento en las instituciones democráticas y un mayor rechazo hacia el Congreso Nacional”, expresó la historiadora Milda Rivarola. Agregó que se trató de un momento “muy desilusionador sobre la vigencia de los organismos democráticos”.
El Partido Colorado aprovechó esa situación para recuperar nuevamente el poder en el 2013 con la presidencia del tabacalero Horacio Cartes, actualmente sancionado y calificado de corrupto por los Estados Unidos. A él lo sucedió otro colorado en 2018: Mario Abdo Benítez.
La importancia de la alternancia
Paraguay mantiene un escenario político con una histórica hegemonía colorada y casi nula alternancia en las últimas siete décadas. Para analistas, esa situación afecta la calidad de las políticas públicas y agudiza la corrupción.
La alternancia política es el cambio o la sustitución de un grupo o partido político, de manera pacífica y acorde a las reglas electorales, por otro que pertenece a una nucleación política distinta a la que gobierna.
Para la doctora en Ciencias Políticas, Rocío Duarte, la falta de alternancia debilita el sentido de responsabilidad de los funcionarios electos por la ciudadanía.
La socióloga Milda Rivarola refiere que la alternancia política se da como un voto castigo a las malas administraciones o al desgaste de la imagen de un partido político. Eso pasa mucho en Europa y Estados Unidos. Después de dos periodos suele darse un cambio”, indica.
“El temor de caer pone límites al abuso de poder de los partidos en esos países. La alternancia también es un mecanismo de control de los partidos de poder”, asegura.
El politólogo Marcos Pérez Talia menciona al polaco-estadounidense Adam Przeworski, a quien se le atribuye una de las frases más citadas en la literatura de las Ciencias Políticas: “La democracia es un sistema en el que los partidos de gobierno pierden elecciones”.
A su consideración, la alternancia política no solo es sana en términos ideales, sino también en términos democráticos, ya que permite procesar los distintos conflictos y tensiones de la sociedad de forma pacífica y en libertad.
No obstante, para Marta Ferrara, de Semillas por la Democracia, lo importante no radica solo en la alternancia política, sino también en la generación de políticas públicas que puedan trascender los diferentes gobiernos.
En dos semanas se realizarán las séptimas elecciones generales en la era democrática de Paraguay. El escenario político marca la polarización entre el candidato presidencial colorado Santiago Peña y el opositor Efraín Alegre, de la Concertación Nacional. Como otros jugadores claves aparecen los candidatos Paraguayo Cubas y Euclides Acevedo.