El ministro de Salud, Rajtha Senraratne, que ejerce de portavoz del Ejecutivo, se tomó su tiempo cuando, al ser preguntado en una rueda de prensa en Colombo sobre qué grupo estaba detrás de los atentados, chequeó un documento y dijo: National Thowheeth Jamath.
"¿Es una organización local?”, le preguntaron.
“Es una organización local, pero no sabemos si tiene vínculos con el exterior”, añadió, sin dar más detalles sobre este grupo islamista que perpetró el domingo los ataques suicidas.
Senraratne insistió sin embargo en que las investigaciones apuntan a que los devastadores ataques pudieron ser planificados con la ayuda de una red internacional, teniendo en cuenta el entrenamiento de los atacantes y el uso de potentes explosivos.
“No creemos que una organización pequeña de este país pueda hacer todo esto. Estamos investigando el apoyo internacional y otros vínculos”, dijo el ministro, al tiempo que se preguntó: "¿cómo se formaron los atacantes suicidas? ¿cómo se produjeron bombas como esas?”.
El ministro reconoció también que el pasado 4 de abril Sri Lanka había recibido información de agencias de inteligencia internacionales avisando de estos ataques, en los que se decía que los objetivos podrían ser “iglesias y destinos turísticos”.
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“Se informó al inspector general de la Policía el 9 de abril, incluyendo los nombres de supuestos terroristas”, reconoció, subrayando la responsabilidad del Gobierno en lo sucedido por no haber evitado la tragedia.
“Que lo supiéramos o no es otro asunto, pero somos responsables, lo sentimos mucho y pedimos disculpas”, remarcó.
El portavoz anunció 1 millón de rupias (unos 5.000 euros) para las familias de los fallecidos, entre 100.000 y 30.000 rupias (entre 500 y 1.500 euros) para los heridos y la “inmediata reparación de las iglesias con la ayuda de las fuerzas de seguridad”.
La serie de ataques comenzaron ayer de forma simultánea hacia las 8.45 hora local (2.45 GMT), con potentes explosiones en tres hoteles de lujo en Colombo y también en una iglesia de la capital, otra en Katana, en el oeste del país, y una tercera en la oriental ciudad de Batticaloa.
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Las explosiones continuaron horas después con una séptima detonación en un pequeño hotel situado a unos cien metros del zoo de Dehiwala, a una decena de kilómetros al sur de la capital, y la última en un complejo residencial en Dematagoda, también en Colombo.
Las autoridades locales vincularon las dos últimas explosiones, en las que murieron cinco personas, entre ellas tres policías, con el posible intento de huida de terroristas implicados en los atentados.
Una veintena de sospechosos han sido detenidos por estos ataques, que a pesar de que el Gobierno los relacionó con el NTJ, aún no han sido reivindicados.
Atentados de esta magnitud no habían tenido lugar en Sri Lanka desde la guerra civil entre la guerrilla tamil y el Gobierno, un conflicto que duró 26 años y finalizó en 2009, y que dejó, según datos de la ONU, más de 40.000 civiles muertos.