09 sept. 2024

Grado de decepción

A fines del mes pasado, Moody’s, la agencia de calificación de riesgo estadounidense, elevó la calificación crediticia de Paraguay posicionándolo en grado de inversión. Una información alentadora, pero que de ninguna manera anula las penurias de este país o suprime la corrupción galopante en el funcionamiento público.

Última Hora se hizo eco de la noticia señalando que “26 años después de que Moody’s asignara por primera vez una calificación crediticia al país y luego de casi diez años de la última revisión al alza, Paraguay ha obtenido la suba de su calificación crediticia –pasando de Ba1 a Baa3 con perspectiva estable– y ha alcanzado lo que se conoce como grado de inversión, un objetivo largamente anhelado”.

Según las explicaciones de los técnicos del Banco Central del Paraguay (BCP), “el grado de inversión facilita un acceso más amplio y favorable al capital, reduciendo los costos de financiamiento para toda la economía y haciendo más asequible la inversión pública en áreas como infraestructura, salud y educación”. Es decir, también se reconoce la necesidad de inversiones públicas perentorias como en las áreas mencionadas, y agregaría seguridad, especialmente la jurídica.

Desde el BCP subrayaron que la nota “facilitará la inversión privada tanto local como extranjera, al reconocerlo como uno de los de menor riesgo en la región”, lo cual podría redundar en la tan necesaria generación de empleo. Bien por ahí.

Sin embargo, el grado de inversión no es suficiente. La bonanza macroeconómica no la vemos en la calle, en los supermercados, en los apremiantes gastos diarios, en el poder adquisitivo que cada vez parece reducirse más, en la falta de educación, en la carencia de salud pública, en la nula seguridad y precaria infraestructura del país. Esperemos que esta calificación no solamente sirva para ofrecer más bonos, para tomar más deuda que será pagada quién sabe por cuántas generaciones más. Ojalá los administradores del Estado también asuman la necesidad de mejorar el gasto, haciendo funcionar la maquinaria de gobierno con los funcionarios necesarios, con los salarios justos, sin nepobabies, extirpando al menos de a poco el nepotismo exacerbado y rabioso del cual hacen gala tantos politicastros.

Es más, Moody’s también advirtió sobre ciertos riesgos. “La calificadora señala que la deuda del Gobierno sigue siendo mayoritariamente en moneda extranjera, lo que expone al país a riesgos cambiarios”, y que “cualquier estancamiento en la implementación de reformas estructurales o una disminución en la inversión privada podría afectar negativamente la evaluación de la fortaleza económica de Paraguay”.

No todo es para deuda, por favor, pónganse las pilas para ajustarse los cinturones y bajar un poco los cambios con el despilfarro en el Estado. Necesitamos más medicamentos en los hospitales, escuelas del siglo XXI, educación acorde con los tiempos de la inteligencia artificial, seguridad para salir sin temores, salud para disfrutar de una mejor calidad de vida. Mientras unos viajan a los Juegos Olímpicos para fanfarronadas, hay quienes están mendigando en el país, la droga sigue haciendo estragos, robusta para la exportación a Europa sin acciones para evitarlo por aquí. Por si fuera poco, la capital se cae literalmente a pedazos, la impunidad impera, hay legisladores que no merecen el cargo, pero siguen campantes; y otras que deberían estar, pero fueron expulsadas por meter el dedo en la llaga. Así no iremos lejos, y esta calificación será simplemente un espejismo en el desierto. Las advertencias están dadas. Por toda la miseria que uno ve, es que también pienso que existe otra calificación, la que desoyen las calificadoras de riesgo, la que es maquillada por el producto interno bruto, la que deja de lado la mirada social, pero que está ahí. Es el grado de decepción, ese que ya alejó a miles de familias paraguayas hacia otros países, y que reporta millonarios recursos día a día para aquellos que todavía tienen que pelear desde aquí. A pesar de todo, buena semana.

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