21 nov. 2024

Grado de inversión, ¿y después?

El Grado de inversión es una clasificación que las agencias calificadoras de riesgo crediticio otorgan a un país luego de un riguroso proceso de evaluación de su economía e institucionalidad. Y, sobre todo, teniendo en cuenta la capacidad y la efectiva voluntad de un gobierno para cumplir en tiempo y forma con sus obligaciones financieras. Evidentemente también se analizan las políticas macroeconómicas prudentes, el déficit fiscal, la deuda que contrae el Estado y el impulso a las reformas estructurales para mejorar la eficiencia del sector público, entre otros.

La nota más baja posible para acceder al Grado de inversión es la nota BBB- (en la escala de Standard &Poor´s y Fich) o Baa3 (en Moody´s).

Este año 2024, la Calificadora de Riesgos Standard &Poor´s aumentó la calificación crediticia del Paraguay de BB a BB+, lo cual indica que las tres calificadoras posicionan a nuestro país a un peldaño para lograr el Grado de inversión.

Llegar al Grado de inversión significa poner al país en la vidriera mundial, generando un potencial enorme para el desarrollo, incluso exponencial y sostenible. Sin duda, se pueden obtener préstamos internacionales a menores tasas para invertir en infraestructura, educación, seguridad, salud, producción y productividad. Asimismo, se puede recibir inversiones extranjeras directas, lo cual nos va dar la posibilidad de que empresas del exterior se radiquen en nuestro país invirtiendo, trayendo tecnología y contratando mano de obra nacional.

Todo esto es fantástico. Suena hermoso. Es lo que uno se espera que ocurra cuando el país llega al Grado de inversión. ¿Pero es posible para nosotros? ¿Estamos preparados? ¿Estamos trabajando en tener proyectos de gran magnitud para que estos inversionistas puedan venir a nuestro país a instalar sus grandes empresas e industrias?

Cuando hablamos de Grado de inversión hablamos de jugar en las grandes ligas. Y mi pregunta es si estamos preparados para jugar en las grandes ligas. Pensar en que proyectos de 10, 50 o 100 millones de dólares son significativos para los grandes jugadores estamos equivocados. Aquí necesitamos varios proyectos como Paracel, que es un claro ejemplo de lo que sería jugar a gran escala. ¡Hablamos de proyectos de miles de millones de dólares!

Siendo un país pequeño, donde nuestra población es de apenas 6 millones de habitantes, sabemos bien que el mercado para las grandes compañías no es este. Nosotros seríamos el puente para llegar a los grandes mercados. Pero el desafío no es solamente dejar de pensar en el tamaño de nuestra población, sino cambiar nuestra forma de pensar como país pequeño, atado a un pensamiento ilimitado y de conquista mundial.

El Paraguay tiene todo el potencial, energía limpia y renovable, grandes extensiones de tierra, mano de obra joven y barata, recursos hídricos, tierra fértil, bajos impuestos. Sí o sí necesitamos seguir abriendo mercados para nuestros productos y fortalecer las relaciones con los que ya tenemos.

Pero aparte de animarnos a pensar en grande, y trabajar en proyectos de gran envergadura con un gobierno más eficiente y un Estado menos numeroso, ¿dónde buscamos incansablemente la seguridad jurídica? ¿Dónde buscamos tener un aeropuerto internacional como corresponde, servicio de transporte de buena calidad, tren de cercanías, más y mejores rutas para conectarnos? ¿Dónde la educación sea una prioridad absoluta y donde contemos con servicios de salud de calidad y para todos?

Necesitamos el compromiso del Gobierno en todos estos puntos de forma inmediata. Es la única manera en que realmente vamos a estar preparados para que cuando lleguemos al Grado de inversión tengamos una mejor imagen y el servicio que brinden nuestras instituciones sean efectivamente de calidad. Solo de esta forma podremos aprovechar semejante oportunidad para nuestro país.

Si llegamos al Grado de inversión, y queremos estar en la vidriera del mundo, debemos comportarnos de otro modo. De una forma distinta que atraiga realmente al mundo, siendo eficientes, confiables, educados, responsables, comprometidos. Y, por sobre todas las cosas, patriotas.

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