28 jun. 2024

Gramsci y el laboratorio italiano

La lectura del filósofo marxista Antonio Gramsci (1891-1937) es patente (y no siempre reconocido) en lo escaso que permanece vivo del pensamiento liberal. Sin embargo, cuando Giovanni Sartori, el centenario filósofo también italiano, lo citaba un par de veces en su clásico libro de 1992 ¿Qué es la democracia?, lo hacía con la magnánima condescendencia que un vencedor dispensa a un vencido respetable. Tres décadas más tarde, la triunfalista democracia liberal sobre la que teorizaba Sartori le pide un auxilio exegético ahora a Gramsci para conjurar a los monstruos furibundos de la política: ¡Al comunista que el fascismo encarceló hasta su muerte! Pero digamos que corren tiempos de liberales clásicos asustados como Francis Fukuyama, quien en El liberalismo y sus desencantados (2022) echa mano de todo el panteón sagrado para impugnar al nieto freaky llamado neoliberalismo neofascista.

Antes de que Gramsci cayera en prisión, hubo en los últimos vestigios del Parlamento de Italia un “debate” entre este y el entonces presidente del Consejo de Ministros, Benito Mussolini, en torno a una ley fascista que, prohibiendo las sociedades herméticas como la masonería, buscaba empujar a la clandestinidad a los comunistas y activistas sociales en general. Cuando Gramsci señaló que sin necesidad de ley alguna el gobierno detenía ya sin imputación a los disidentes, allanando el camino para la “revolución fascista” que se avecinaba, Mussolini lo reconoció secamente, con un cinismo aterrador del tipo que se escucha otra vez en los parlamentos del mundo entero:

–Pero se les libera pronto. ¿Cuántos hay en la cárcel? No los agarramos más que para conocerlos.

El fascismo tuvo tiempo de “conocer” a Gramsci: Estuvo nueve años encerrado. En la cárcel escribió famosamente casi toda su obra de análisis histórico, político, antropológico y literario de la sociedad italiana como particular laboratorio extremo del capitalismo europeo del siglo XX. Estamos en el centro mismo del Viejo Continente, en una sociedad llena de tensas contradicciones sociales por la especial formación de sus clases: Una prosapia que va (y de alguna manera sigue yendo) desde la rancia nobleza feudal, católica y vaticana, pasando por una pequeña y bulliciosa burguesía liberal demasiado provinciana, por elementos proletarios y socialistas más bien regionales, hasta una incipiente burguesía industrial y financiera a fines del siglo XIX. Pero sobre todo había una gran masa rural dispuesta a entronizar cuanto antes al partido fascista, o al que fuere, donde antes hubo otro partido caído en desgracia ante el avance de la modernidad que la representó con las mismas o similares ideas conservadoras e imperialistas.

Si aplicamos términos del economista brasileño Celso Furtado en Desarrollo y subdesarrollo (1961), Italia es en aquel tiempo una periférica economía finisecular como Brasil hasta los años 50 (pero sin la mano de obra ingente ni los millones de toneladas de granos del gigante sudamericano), en medio de la pujanza progresista de los demás competidores europeos con ínfulas colonialistas e imperiales, incluida la Alemania de los junkers que Frederick Engels vio tempranamente también como otro caso muy particular de crecimiento económico logrado sobre la base de unas formas capitalistas y otras precapitalistas aunadas: esa mezcla tan común en la que pasta lo que un tercer filósofo italiano, Umberto Eco, llamó “fascismo eterno”: la nebulosa tópica de la que se alimenta viralmente la extrema derecha en los delicuescentes intestinos de la democracia liberal de cualquier tiempo… y lugar.

Italia, ahora bajo la mussolliniana retórica de Giorgia Meloni, fue donde inició el fascismo y donde, desde hace varios lustros, la espectacularización de la política tiene su escenario privilegiado. Italia también nos legó el modelo del presidente-empresario-que-no-tiene-necesidad-de-robar. Esa Italia que hace un siglo provocó la muerte de Gramsci, tras las recientes legislativas, liderará las fuerzas de la ultraderecha en Europa. Hay que estar siempre atento a Italia.

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