28 sept. 2024

Gran deuda del Estado a 20 años del secuestro de Cecilia Cubas

Se cumplieron 20 años de uno de los secuestros más terribles en el Paraguay, sucedido en tiempos de democracia. Un grupo criminal secuestró a Cecilia Cubas, hija del ex presidente de la República Raúl Cubas Grau (1998-1999) un 21 de setiembre de 2004, cuando estaba llegando a su casa, en el barrio Laguna Grande de San Lorenzo. Luego de varios meses, sus captores la condenaron a muerte. La sociedad no puede olvidar como tampoco puede ignorar que actualmente todavía permanecen tres compatriotas secuestrados.

El de Cecilia Cubas no fue el primer secuestro que se ha llevado a cabo en el Paraguay, pero es sin lugar a dudas el más atroz, por el grado de crueldad y ensañamiento que tuvieron sus captores con la joven.

Los secuestros en tiempos de democracia y la falta de efectividad por parte de los organismos del Estado siguen siendo una de las grandes deudas pendientes. Sabemos que, durante la dictadura, eran los mismos organismos del Estado los que detenían ilegalmente a los ciudadanos, los secuestraban, torturaban, y, como reportó la Comisión Verdad y Justicia, hicieron desaparecer a por lo menos 400 compatriotas.

Según reportes, uno de los primeros casos de secuestro se había producido en 1973, cuando secuestraron al empresario angloargentino Duncan Martin en la zona de Zeballos Cué. Este sería el primer caso de rapto con fines extorsivos. Ya en los años 80 se dieron otros dos casos: Mario Luis Palmieri (1982) y Henry Martin (1988). Palmieri fue hallado muerto y con signos de tortura, mientras que el segundo fue liberado a cambio de 10 millones de guaraníes. Luego, en los 90 se dieron otros tres casos, el del doctor Wenceslao Meza en 1992 y el de Aníbal Di Tore en el mismo año, ambos fallecieron a manos de sus captores. En 1996, en la ciudad de Pedro Juan Caballero, fue secuestrado Christian Clever Colmán.

El 16 de noviembre de 2001 fue secuestrada María Edith Bordón de Debernardi, por parte de un grupo armado vinculado al Partido Patria Libre, el que posteriormente cambiaría de nombre para presentarse como el Ejército del Pueblo Paraguayo (EPP). El grupo criminal se instaló en el Norte del país y comenzó a crear el terror en la zona.

No cabe duda de que con la aparición del EPP los hechos de secuestro se multiplicaron; el de Cecilia Cubas fue el primero de ellos.

Hace veinte años, un 21 de setiembre cuando estaba llegando a su casa, ubicada en el barrio Laguna Grande de San Lorenzo fue secuestrada en horas de la tarde. Rápidamente, se confirmó la autoría por parte de dirigentes del entonces movimiento Patria Libre, cuyo brazo armado devino luego en el EPP.

Ella fue mantenida en cautiverio en una casa en el barrio Mbocayaty de la ciudad de Ñemby y posteriormente, los vecinos reconocieron entre los captores a Magna Meza y Manuel Cristaldo Mieres. Cinco meses después del secuestro, la casa fue allanada, el 16 de febrero de 2005, y hallaron muerta a Cecilia.

De todos los casos, el de la hija del ex presidente de la República Raúl Cubas es el más atroz y el que ha logrado exponer las grandes debilidades de las fuerzas de seguridad. Pero esta no es la única y exclusiva deuda que tienen las instituciones en el periodo de democracia que vivimos desde 1989. Recordemos que actualmente tenemos tres compatriotas que permanecen secuestrados por la banda criminal y permanecen desaparecidos.

Uno de ellos acaba de cumplir el funesto aniversario de cuatro años de secuestro. Se trata del ex vicepresidente de la República Óscar Denis, quien había sido capturado por el Ejército del Pueblo Paraguayo, en su estancia Tranquerita, ubicada en Yby Yaú, en el Departamento de Concepción. Se suma, además, el caso de secuestro más largo en nuestra historia, el del suboficial Edelio Morínigo, capturado hace ya una década en una zona boscosa de la estancia Macchi Cué, en Arroyito, Concepción, un 5 de julio de 2014. El tercero se trata de Félix Urbieta, quien lleva ocho años secuestrado.

Tres compatriotas secuestrados y desaparecidos en plena época democrática se ve como un gran fracaso de la política de seguridad. Estos han sido olvidados por todos los gobiernos y sus familias no encuentran consuelo ni justicia.

Lamentablemente, poco han cambiado y escasamente han avanzado las instituciones desde aquel setiembre en el que arrebataron la esperanza y el futuro a Cecilia Cubas.

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