Tras veinticinco años de negociaciones y una firma oficial en diciembre de 2024, el tratado aún no ha sido ratificado, pero la coyuntura internacional puede estar abriendo una ventana decisiva para su implementación.
“Creo que todos reconocemos que esta dificultad, que puede afectar al comercio internacional, debe llevarnos a acelerar las discusiones en favor de Mercosur”, declaró el ministro francés de Economía, Éric Lombard, el pasado 1 de abril en París, junto a su homólogo brasileño Fernando Haddad.
“Las condiciones no están reunidas, pero seguimos trabajando”, añadió, en alusión a los ajustes pendientes en agricultura y medio ambiente.
GIRO FRANCÉS. El comentario marcó un giro en Francia, que ha sido uno de los principales frenos a la ratificación del acuerdo, por la presión de su sector agrícola. Aunque París mantiene exigencias –como cláusulas de salvaguarda y mayores garantías ecológicas–, el nuevo contexto geopolítico obliga a revisar prioridades.
Esta semana, más países y sectores productivos europeos han manifestado la coyuntura comercial mundial como una oportunidad para concretar el acuerdo con los países del Mercosur.
Desde Brasil, Haddad insistió en que el valor del acuerdo trasciende lo comercial. “Permitirá que los defensores de la democracia, de la sustentabilidad, la libertad, converjan para que el multilateralismo se vuelva a posicionar con fuerza”, afirmó.
El tratado, que afecta a cerca de 800 millones de consumidores, eliminaría más del 90 % de los aranceles entre ambos bloques y contiene disposiciones sobre desarrollo sostenible, derechos laborales y cooperación técnica. Su ratificación depende aún de los parlamentos de los 27 países de la UE y de los cuatro del Mercosur: Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay. EFE