El pasado 23 de marzo, en horas de la noche, una vivienda del Bañado Sur, periferia de Asunción, fue rociada a balazos. Los miembros de la familia ocupante de la vivienda, ubicada sobre las calles 42 Proyectada y Cantalupi, sobrevivieron al momento dramático resguardándose como pudieron. Unos se ocultaron tras un muro y algunos niños, incluso, corrieron y se tiraron a una zanja para ponerse a salvo. Ningún miembro salió herido, pero el ambiente de terror persiste en el barrio.
Los atacantes, luego de acabar con los disparos, huyeron, internándose en los laberínticos pasillos que se extienden por el amplio sector denominado el Bajo, haciendo complicada la labor de los policías para la persecución.
Esto fue solo uno de los episodios violentos que se desprenden de la guerra narco que padecen los pobladores. Las familias Ríos y Ledesma –identificadas por la Policía– se disputan a sangre y fuego el control del tráfico de crac en la zona, causando estragos en la salud de jóvenes y robando la tranquilidad del vecindario.
Fuentes policiales señalaron que, en la época más cruda de la guerra, se llegaron a reportar dos muertos por semana, por casos de sicariato o enfrentamientos entre los grupos antagónicos.
Señalan que el consumo de la droga es constante en la zona, de la mano de Armando Javier Rotela, líder del clan Rotela, quien está preso y condenado en la cárcel de Tacumbú pero que, supuestamente, sigue moviendo los hilos del tráfico tras las rejas.
Las familias Ríos y Ledesma, según los investigadores, responden al clan Rotela, una de ellas asentada en el barrio Roberto L. Petit y la otra, en el barrio Santa Ana.
“El Primer Comando de la Capital (PCC) y otros grupos intentaron entrar en el negocio, pero no pudieron. Es muy fuerte el liderazgo del clan Rotela”, señaló una fuente investigativa.
INCURSIONES. El 8 de abril pasado se realizaron incursiones policiales en la zona, con un minucioso control a personas, motociclistas y automovilistas. Reportaron varios detenidos y el operativo pudo poner paño frío al ambiente caldeado.
Actualmente no se reportan muchas novedades, según explicó el subcomisario Joel Salcedo, de la Comisaría 24ª Metropolitana, una de las sedes policiales afectadas por este conflicto.
El uniformado destacó que la adicción al crac es la base de donde salen los demás delitos, como robos y hurtos, en que caen los adictos para poder comprar su droga.
El comisario Osvaldo Aquino, de la 21ª Metropolitana, por su parte, manifestó que se encuentran trabajando en conjunto con las comisarías aledañas para enfrentar esta lucha.
La semana pasada, un joven fue herido de bala y fue llevado hasta el Hospital de Trauma. Desde ese episodio, no se tienen mayores novedades en la zona, pero están atentos ante el surgimiento de algún otro capítulo de esta guerra.