18 abr. 2025
GUSTAVO OLMEDO.png

Gustavo A. Olmedo B

¡Compro entrada... compro entrada! grita el hombre recorriendo la fila extendida en la vereda del Teatro Municipal y a casi una hora de iniciar el evento. Una escena llamativa que presagiaba el sello que llevaría el espectáculo de la noche del jueves en Asunción.
Amanece en el municipio de Edelira, Itapúa. El aire fresco de la madrugada levanta el ánimo. Édgar está ansioso. Hace días se prepara para esta “ofrenda”, como le llama. Se despide de su esposa y transita hacia la ruta. Caminará durante 11 días seguidos hasta llegar a destino, el Santuario de la Virgen de Caacupé, a más de 300 km de su hogar. Su deseo: de rodillas dar gracias por un acontecimiento tan querido como inexplicable en su vida, el que, asegura, fue posible por intercesión de la que con cariño llama “che Tupãsy”.
Monseñor Claudio Giménez, Obispo emérito de la Diócesis de Caacupé, presenta su libro De obispo a sacristán, con anécdotas de vida y reflexiones pastorales. El evento será este martes 27 en la Basílica Santuario de la Villa Serrana.
“Lo que la prensa no publica, no existe”, señala una popular expresión, que, si bien suena presuntuosa, tiene su grado de verdad. Está claro que los medios y las redes sociales no pueden determinar la existencia concreta o no de algo o alguien. Pero permiten la visibilización o repercusión que requiere todo acontecimiento para “existir” y, entonces, ser valorado, debatido, analizado, etc.
El terrible atentado que esta semana segó la vida del fiscal Marcelo Pecci enluta no solo a familiares, colegas y amigos, sino a todo el Paraguay, incluso a la región. De hecho, cada víctima del sicariato, sea conocida o no, deja una herida imborrable y enturbia la mirada de las personas hacia aquellos horizontes de esperanza, imprescindibles para cualquier sociedad.
La vida de cada uno reúne experiencias inimaginables. Es imposible conocer o dimensionar la situación por la que atraviesa cada individuo con el que nos cruzamos o de aquel que vemos alejarse por la calle. Cada persona es un mundo insondable, más allá de las apariencias.
Un tiroteo motivado por criminales narcotraficantes en pleno festival deja como saldo trágico dos fallecidos, entre ellos, una joven madre. El tráfico y consumo de drogas muestran su rostro macabro, cargado de violencia y muerte. Aquello que parecía lejano, “un problema de otros países”, como decían algunos, hoy –tristemente– es una realidad cada vez más frecuente en nuestro país.