18 oct. 2024

Hace 25 años se cometió el mayor crimen ecológico de Sudamérica

Del 13 al 27 de octubre de 1982 se llenó el embalse de la entonces mayor hidroeléctrica del mundo. Las 7 caídas del río Paraná desaparecieron y la capital de Canindeyú no obtuvo ninguna compensación.

Por José Duarte yAndrés Colmán Gutiérrez
SALTO DEL GUAIRÁ
“Hace 25 años, cuando nació Itaipú, la mayor hidroeléctrica del mundo, la madre que le dio la vida murió en el parto. Una maravilla de la naturaleza tuvo que ser sacrificada, y hasta ahora esta ciudad jamás vio los beneficios del embalse”, ilustra gráficamente el intendente municipal de Salto del Guairá, doctor Carlos César Haiter.
El jefe comunal, médico de profesión, sostiene que la entidad binacional Itaipú no ha cumplido con las promesas de construir obras y resarcir económicamente a la capital del Departamento de Canindeyú por haberle privado de su principal recurso natural y atractivo turístico: los Saltos del Guairá, también conocidos como “Las siete caídas del río Paraná”, que eran consideradas una de las Siete Maravillas del Mundo.
El 13 de octubre de 1982 se cerraron las compuertas de la obra hidroeléctrica y empezó el llenado del embalse del río Paraná, lo que hoy se conoce como “Lago de Itaipú”, con 1.400 kilómetros cuadrados de superficie, 200 kilómetros de extensión y cerca de 29 millones de metros cúbicos de agua acumulada.
El proceso duró 14 días, hasta el 27 de octubre, cuando los saltos terminaron de desaparecer completamente, despedidos por una multitud que desde ambos márgenes (brasileño y paraguayo) contemplaron la muerte de la maravilla natural con lágrimas en los ojos.
“El sistema de distribución de royalties dejó a Salto del Guairá con la ínfima parte de lo que le corresponde. La Itaipú realiza multimillonarias inversiones en las zonas de grandes caudales electorales y nuestra cantidad de votantes no apetece a la cúpula que gobierna el país, por ello se olvidan de que fuimos los mayores perjudicados, convirtiéndonos en los menos beneficiados”, dice el intendente de Salto.
Como ejemplo de la injusticia paraguaya que comete Itaipú, según Haiter, este compara que Guaíra, la ciudad brasileña que está frente a Salto, y que también fue perjudicada por la muerte de las cascadas, hoy recibe de la entidad binacional el equivalente a 1.500 millones de guaraníes por mes, mientras su par paraguaya solo percibe 2.400 millones por año.
RECUERDOS DE UN PIONERO. Carmelo Peralta fue uno de los pioneros fundadores de Salto del Guairá, cuando llegó a establecerse con su familia en 1961, cuando todo aún era impenetrable, selva virgen rodeando las hermosas cascadas. Hoy, con delicado estado de salud, recibe a los periodistas de Última Hora para describir lo que fue la muerte de los saltos: “Llegaron miles de personas de todas partes del mundo para ver cómo desaparecían, todos lloraban cuando veían que el agua iba cubriendo a esas maravillas”, recuerda, emocionado.
Carmelo Peralta fue el primer presidente de la seccional colorada de Salto y fue un simpatizante del estronismo, pero hoy no tiene dudas al afirmar que “nada justifica que se haya matado a una divina creación de la naturaleza”.
Don Peralta, como es conocido, abre las manos vacías en un gesto de impotencia, y se formula a sí mismo la pregunta: "¿Acaso valió la pena? ¿Se imaginan lo que sería hoy esta ciudad, si los Saltos del Guairá siguieran estando aquí?”.
Como consecuencia de la desaparición de los saltos, la capital de Canindeyú sufrió una grave crisis económica, por el fin de los contingentes de turistas, aunque hoy vive un nuevo momento de recuperación comercial, con la migración de varios comercios desde Ciudad del Este a la región, pero la localidad adolece de graves problemas de infraestructura, como la falta de más calles pavimentadas, y los constantes cortes de agua potable y de energía eléctrica.
Paradójicamente, la ciudad que dio vida a Itaipú, al sacrificar a su principal recurso, hoy no tiene una buena provisión de energía. Los grandes comercios y galerías cuentan con generadores propios para subsanar las graves deficiencias de la ANDE.
UN HOLOCAUSTO AMBIENTAL
Como “un verdadero holocausto ecológico” calificó el periodista brasileño Juvencio Mazzarollo la muerte de los saltos del Guairá para construir la represa entre Brasil y Paraguay.
Paradójicamente, Mazzarollo es hoy funcionario de Itaipú, según señala el diario digital SopaBrasiguaia.Com, de Foz de Yguazú, que está publicando una saga sobre “el exterminio de las Siete Caídas”.
Los Saltos del Guairá se formaron del choque del río Paraná con la cordillera de Mbaracayú, al precipitarse en un cañón de basalto de 300 metros de extensión y alturas de hasta 120 metros, en medio de una espesa selva atlántica.
Era el territorio de un bravío y legendario jefe guaraní, el cacique Kanindeju, que le dio su primer nombre a las cascadas, hasta que una de las tantas fundaciones de la ciudad colonial de Villarrica en la región, la llamada Ciudad Real del Guairá, le transfirió su nombre definitivo: Saltos del Guairá.
La región fue varias veces escenarios de conflictos y disputas por límites entre el Brasil y el Paraguay.
En 1965, un grupo de paraguayos ebrios izaron una bandera tricolor y cantaron el himno en la zona de Puerto Renato, frente a la séptima caída, provocando un incidente diplomático que movilizó hasta tropas militares de ambos países en la frontera.
Hoy los Saltos del Guairá son conocidos solo a través de los testimonios de quienes tuvieron la suerte de conocerlos o a través de fotos y textos que hablan de esta maravilla natural.

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