21 dic. 2024

“Hace 40 años que estoy sobrio: A mí no me costó tanto porque yo me decidí"

Delio Caballero (78) cayó en las adicciones a los 30 años y le costó su matrimonio. Hace 40 años tocó fondo y decidió vivir sobrio. Fundó una organización para ayudar a jóvenes y adultos a alejarse de las drogas y del alcohol.

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Delio Caballero (78).

Foto: Rodrigo Villamayor.

Cómo yo entré en las adicciones? Yo por ejemplo caí en el alcoholismo y en las drogas. Antes, en mi época, por ejemplo, estoy hablando de hace 42 años atrás, en ese tiempo solamente lo que más se consumía era el alcohol, el cigarrillo y la marihuana. Porque nuestro país en ese tiempo prácticamente no era un país de consumo, pero era un país de tránsito.

Mi historia es así. Yo jugaba fútbol, inclusive integré la selección fernandina, la juvenil y la de adultos. Después, como todo paraguayito, empecé a tomar cerveza después del fútbol. El tercer tiempo le llaman ahora. Trabajaba bien, yo soy mecánico profesional y ganaba mucha plata en una empresa de autos en aquel entonces y empecé a derrochar. Muy rápido caí en la trampa del alcohol, después ya comenzaron los conflictos familiares. Aunque en mi casa no faltaba nada.

Todos los días llegaba tarde a mi casa porque yo jugaba fútbol de salón en Primera, en el club Carlos Antonio López. Toda la semana tenía excusa para salir de mi casa. Termina el partido y nadie se va a la cantina a tomar leche y después se va a su casa. Todo es para tomar alcohol después. Por ahí empecé a mis 30 años a tomar y a derrochar plata.

Gracias a Dios no llegué a pisar la comisaría porque yo era un derrochador nomás. No era ni que farreaba con mujeres, tenía amigos de la “perdición”. Después, ya llegó a ser serio el problema y mi señora me decía que quería que comparta con ella, por lo menos los fines de semana. “Ni a tus hijos ya no les ves”, me decía mi señora. Así comenzó mi alcoholismo y mi adicción al cigarro, y de vez en cuando la marihuana. Habré fumado algunas veces, pero ya borracho.

Mi señora incluso un día me llevó a un curandero en Piquete Cué. Mis vecinos le decían: “Ahí se va a curar tu marido”. Una vez acepté y me fui con ella. Me atendió un señor, un brasileño. Al entrar a su pieza, para atenderme, me encajó una trompada en el vientre, sin decirme nada. Me tumbó y después me derramó un balde de agua fría por la cara. Me dijo: “Después de esto seguro ya no vas a querer tomar”. Había sido que esa era su receta. Salí corriendo y por eso mismo me fui derecho a tomar a un bar de la esquina.

TOQUÉ FONDO

Hasta los domingos a la mañana me iba a jugar con la resaca en la Liga Mariana. Con mi señora todo era represión y no quería llegar a la casa temprano. Llegaba con hambre y lo primero que hacía era buscar algo para comer. Después tomaba dos a tres cervezas y después me acostaba a dormir. Así fue durante cinco años.

Después, creo que Dios ya se estaba manifestando en mi familia. Mi equipo estaba libre y no me fui a jugar un domingo. Dio la casualidad que estuvimos desayunando en familia en mi casa. Después mi señora me dijo que no cené. ¿Por qué?, le pregunté. “Ahí está la cena intacta en la heladera”, me dijo. Y, ¿qué estaba encima de la heladera?, le pregunté. Me dijo: “Esa era la comida del chancho”.

Ahí me di cuenta que borracho comí la comida del chancho. Esa situación me hizo reflexionar. Me asustó. Al día siguiente, me fui a Alcohólicos Anónimos. Me presenté, conté mi experiencia y me aplaudieron.

Yo pensé en ese momento que en Alcohólicos Anónimos es el único lugar que al borracho se le aplaude. Eso me llegó y comencé a frecuentar las reuniones, lunes, miércoles o viernes.

Después, me fui un domingo a jugar a la mañana en Cristo Rey. Me lesioné, me golpeé la rodilla. Me fui al doctor y me prohibió por tres meses jugar. Eso también me ayudó. Ya no me iba a jugar y frecuentaba mi sesión de terapia en Alcohólicos Anónimos. Dejé de frecuentar los partidos. Y me dediqué a mi recuperación. Cuando eso me ayudó mucho la hermana Regina Sian, que llevó el mensaje. (Ella es la fundadora de Alcohólicos Anónimos en el país).

También me ayudó mucho el doctor Manuel Fresco, que es director del Centro Nacional de Adicciones (centro dependiente del Ministerio de Salud Pública). Igual, después salí de mi casa, me separé.

DE LA ADICCIÓN A CONFORMAR UNA ONG

Después empecé a dar mi testimonio de vida. Con el doctor Fresco recorrí el país. Hernandarias, Ciudad del Este, Encarnación.

En ese tiempo, en el 95, empecé a trabajar en Canal 9 y fui subjefe de transporte y mecánico. Ahí le conocí a Fermín Villalba, conocido como El hombre del tiempo. Él había sido era cursillista y trabajaba con jóvenes. Me invitaba a los torneos. Un día, él se me acercó y me ofreció participar en el cursillo de cristiandad.

Me fui y ahí di mi testimonio de vida. El padre Ruggero me dijo que siga nomás con los adultos, que lo mío no era lo del cursillo. “Dios te eligió para ese trabajo (con los adictos)”. Yo le dije gracias y acepté.

Ahora tengo 78, a los 35 años comencé mi etapa de recuperación. Empecé a estudiar y participaba en todos los cursos. Empecé a estudiar y me recibí de licenciado en farmacodependencia. Después, consultor en alcoholismo y también me recibí en técnico de salud. Yo también trabajo con el tema de VIH/Sida haciendo charlas para los jóvenes.

Después fundé el Centro de Orientación y Prevención del Adicto y Coadicto (Copac); que es gratis, que funciona en la Municipalidad de Fernando de la Mora. Me abrió las puertas Federico Franco, que se candidataba para intendente, que una vez me escuchó cuando daba una conferencia. Ganó las elecciones y me dio el espacio.

En la Municipalidad de Fernando de la Mora comencé hace casi 30 años con los grupos de autoayuda. Demasiado rápido surgió mi grupo, empezamos a ampliar los servicios. Trabajamos con más profesionales, con sicólogos. Tenía el grupo de autoayuda para los afectados y sus familiares, aparte la contención sicológica. Rápido surgió porque fuimos los primeros.

Hace 40 años que estoy sobrio. A mí no me costó tanto porque yo me decidí. Aquí lo que vale es la decisión de uno, porque mientras uno no acepta la realidad de que su vida se está volviendo ingobernable y que necesita ayuda de gente especializada, no se puede hacer nada. El tema está en cómo llevar la vida sin consumo, tenés que saber defenderte y ser fuerte.

Antes, en mi época, por ejemplo, estoy hablando de hace 42 años atrás, en ese tiempo solamente lo que más se consumía era el alcohol, el cigarrillo y la marihuana.

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