Solo un año ha pasado de aquella crisis política que tuvo como epicentro el Parlamento y ya podemos ver con cierta perspectiva cómo se han reubicado los actores políticos hoy. En aquellos calientes días Cartes se jugaba su última carta para pugnar por la reelección, apoyado por senadores de su movimiento más otros del Frente Guasu y los llanistas del PLRA. En la vereda de enfrente tenía una fuerte oposición de los colorados adeptos a Mario Abdo, los liberales que respondían a Alegre y algunos más de la izquierda.
Entre contusos, heridos y la Constitución Nacional magullada, el saldo más triste fue el incendio de un ala del Parlamento y el asesinato del joven liberal Rodrigo Quintana. La crisis entre los políticos duró sus buenos meses, Cartes no pudo concretar su reelección y hoy los dos candidatos con más posibilidades de ganar las elecciones generales, que en pocas semanas nos convocan, son Mario Abdo Benítez y Efraín Alegre, justamente los más férreos opositores a HC y el proyecto de enmienda en aquella ocasión.
Si uno juntase todas las declaraciones que en esos días dijo Mario Abdo en contra de Cartes, no hubiese dudado en afirmar que jamás se darían el abrazo republicano. Si le sumamos lo que antes del proyecto de enmienda se decían, y lo que se dijeron hasta la interna colorada del año pasado, se podía hasta jurar que jamás trabajarían juntos. Pero ahí los tenemos, apoyándose mutuamente, chochos de la vida, un solo corazón.
Es cierto, esto del “pasado pisado” es muy normal entre colorados en épocas electorales. (Solo Castiglioni y Duarte Frutos fueron la excepción y así le fue a su partido en el 2008, simplemente porque no se reconciliaron). Pero no deja de sorprender cómo aquello que le sirvió a Mario Abdo para juntar la mayoría de votos, ser anticartista a muerte, es ahora un tabú en sus carpas. La estrategia de apuntar contra Cartes antes que contra Peña fue acertada, amén de los propios errores del presidente en el trato con sus correligionarios. Tan bien le fue a Marito que ahora las encuestas lo ubican arriba y su actual romance con Cartes no lo afecta en nada.
En la otra vereda está Alegre, quien hace denodados esfuerzos por repuntar. Tiene un gran alianza a su favor, pero muy pocos trabajan por su candidatura como presidente, sino más bien se concentran en sus propias listas parlamentarias. De este modo, la alianza lograda por Alegre es un monstruo de cien cabezas descoordinadas, en muchos casos, a propósito.
Una señal de lo débil que está el PLRA es que no pudo capitalizar a su favor el pisoteo institucional que sufrieron cuando hace un año entraron los policías a su local partidario y mataron a uno de sus jóvenes líderes. Ni siquiera esto les unió, y mucho menos los fortaleció. Al contrario, están muy mal en las encuestas, y para colmo eligen como vicepresidente a alguien sin experiencia política alguna, y que lo único que puede ofrecer es cierto capital simbólico como periodista y, peor aún, representando al Frente Guasu, un grupo de rejuntados de la izquierda que no puede aún sacarse el fuerte olor a cartismo que se le pegó cuando pelearon juntos por la enmienda.
A un año de aquellos ardientes días de marzo, tenemos ahora a los colorados unidos por el stronismo de Cartes y Mario Abdo, a punto de lograr el rekutu, contra los liberales, que tienen una gran crisis dirigencial, unidos a una izquierda cada vez más desprestigiada. Entre estos dos actores políticos se dirimirá el futuro del Poder Ejecutivo.
¿Hay esperanzas para un tercer espacio fuera de estos que mencionamos? Por ahora nada. La crisis de liderazgo político es grave. Solo la farándula parece que nos puede salvar con las modelos, cantantes, actores y periodistas. Aquello que pareció una gesta cívica hace un año, nos deja estos candidatos. Es realmente un caso serio nuestra política.