Por Patricia Vargas
Mario Abdo Benítez, quien lleva el mismo nombre de su padre, el ex secretario de Alfredo Stroessner, hace un análisis de la situación actual y cuenta cómo se enteró del golpe de 1989. En ese tiempo, el ahora senador de la ANR, tenía 16 años. Según se comenta en el Partido Colorado, el propio Conrado Pappalardo, ex jefe de Ceremonial del Estado, se encargó de proteger a Marito días antes del golpe de Estado que se veía venir. Nuestro entrevistado habla de los que actualmente se declaran demócratas, pero “hasta la mañana del 2 de febrero de 1989 alababan a Stroessner”. No quiso dar nombres.
–¿Dónde se encontraba el 2 y 3 de febrero de 1989?
–Estaba fuera del país. El 27 de enero de 1989 viajé a los EEUU. Yo en esa época era parte del Regimiento Paracaidista Silvio Pettirossi (Cimefor) y ante una invitación de la familia Pappalardo viajé a Texas, donde estudiaba uno de sus hijos.
–Muchos comentan que Pappalardo sabía del golpe. Por ello, supuestamente, le hizo la invitación de viajar junto a sus hijos a los EEUU, de manera a protegerlo porque era amigo de su padre (Mario Abdo). ¿Es así?
–La verdad que no sabría decirte eso. Yo solo sabía que iba de visita unos días hasta que acá empezaran de nuevo las clases. Pero lo que sé es que a sugerencia del propio Pappalardo me quedé a hacer allí mi último año de colegio.
–¿Cómo se enteró del golpe?
–Me llamaron a avisar de madrugada. Hablé con mamá (Manón Benítez) y estaba muy preocupada porque no sabía en dónde estaba papá. Lo último que sabíamos es que él estaba inaugurando subseccionales en la ciudad de Presidente Stroessner, como antes se llamaba Ciudad del Este. Nos dijeron que de allí se lo llevaron junto con algunos mozos que estaban trabajando en el lugar. Yo tenía esperanzas de que no le hicieran nada (a su padre) porque todos eran sus compañeros y lo conocían (los que lo apresaron).
–¿Qué sabía de la dictadura?
–Poco. Apenas tenía 16 años cuando ocurrió el golpe. Cero actividad política. Solía acompañar a papá a algunos actos, pero mi tema era el colegio y nada más. El nieto de Humberto Domínguez era mi amigo y nuestras prioridades eran otras, las normales para nuestra edad.
–¿Pero luego de enterarse de todo lo que sucedió en esa época, le llegó a reclamar algo a su padre?
–Reclamarle no, pero hablamos mucho de todo, de manera tranquila. Cuando ya fui más adulto, 25, 30 años, mi papá ya estaba enfermo. ¿Qué más podía decirle?
–¿Cómo ve la democracia?
–Hubo grandes avances y conquistas significativas como la libertad de prensa, libertades públicas que terminaron fortaleciendo los procesos democráticos como las elecciones. Claro, también hubo algún paréntesis como ocurrió en el 92, en donde se robaron las elecciones, esos mismos que hablaban de democracia. Luego en el 96, los propios que lograron derrocar la dictadura luego quisieron derrumbarla de nuevo (intento de golpe de Lino Oviedo, uno de los “Carlos” que lideró el golpe). Los principales actores, los que hoy se llenan la boca al hablar de democracia, son los mismos que hacían loas a Stroessner. Aquellos que hacían hurras a Stroessner, luego lo negaron y ahora están en el Congreso como diputados y senadores. Muchos empresarios ganaron fortunas apadrinados por Stroessner y hacían sus contrabandos de máquinas y cosas como esas y hoy son los grandes demócratas.
–¿Quiénes son?
–Todos saben.
–A usted también lo tildan de stronista. ¿Le molesta?
–Hay una gran diferencia entre esos que eran stronistas porque eligieron ser militares y formar parte de ese gobierno y después lo negaron (a Stroessner). En cambio yo, nací allí, en ese entorno. ¿Cómo podía elegir estar o no con mi propia familia? Esa era mi vida. Era apenas un adolescente.
–¿Qué ve de malo en la democracia?
–Hay abandono a la clase campesina, la corrupción se cuadruplicó al igual que la impunidad, pero creo que nosotros también debemos hacer una profunda autocrítica, rescatar lo bueno y entender que hay postergación en temas de infraestructura.
–¿Le parece que la dictadura era mejor que esta democracia?
–Siempre va a ser mejor vivir en democracia.