Tractoristas que estaban trabajando en un cultivo de soja hallaron ayer de mañana dos cuerpos en estado de putrefacción a unos 800 metros de la cantera que se encuentra a pocos kilómetros de la ciudad de Katueté, Canindeyú, en un lugar conocido como curva La Lata. Los trabajadores dieron aviso a la policía y a los familiares de la beba de la niñera desaparecidas.
Tomando en cuenta el reconocimiento de algunas prendas, los investigadores presumen que los cuerpos serían de Mía Soledad Mendoza y de su niñera Mabel Blanca González, desaparecidas desde el 9 de enero pasado.
El cuerpo de la persona adulta se encontró dentro de la pequeña fosa, mientras el de la beba estaba esparcido, resultado del paso de las maquinarias agrícolas que la arrastraron.
Acompañando al agente fiscal Cristian Bartomeu y al médico forense y criminalista, Roberto Mendoza, padre de Mía, reconoció que una de las ropitas halladas pertenece a su beba desaparecida. Sin embargo, el representante del Ministerio Público no quiso confirmar que se tratara de las desaparecidas, en espera de los estudios científicos según manifestó.
Los peritos recogieron muestras de las prendas halladas en el cuerpo de la mujer adulta, donde se pudo observar rastros de al menos 10 estocadas en diferentes partes del cuerpo, en la región superior, lo que lleva a presumir que habría sido acuchillada y luego arrojada al lugar donde se produjo el hallazgo.
Bartomeu tampoco quiso confirmar fehacientemente que se trate del cuerpo de Mabel Blanca González la mujer desaparecida con la beba. “Sería una irresponsabilidad, señaló.
Mientras se aguardan los resultados laboratoriales para identificar los cuerpos hallados, se analiza la hipótesis sobre el móvil del doble crimen, que sería de tinte pasional. En ese contexto aparece como principal sospechoso el mecánico Eduardo Villalba Benítez (26), oriundo de la ciudad de Puente Kyjhá, quien habría tenido una relación amorosa con Mabel González, según fuentes.
Incendio. El drama de Roberto Mendoza y su esposa Elba Maricel Steinger comenzó con el incendio de su casa. Se refugiaron en el domicilio de su amigo José Ortega, esposo de Mabel González, y estaban en el proceso de reconstruir su hogar cuando ocurrió la desaparición.