El trabajo, publicado en la revista internacional Journal of Vertebrate Paleontology, está liderado por investigadores del grupo Aragosaurus-IUCA de la Universidad española de Zaragoza (Unizar) y en el mismo han colaborado también investigadores de universidades de Canarias, Portugal y Argentina, informa la Unizar en una nota de prensa.
El fósil es una vértebra cervical que presenta una serie de características que permiten identificarla como perteneciente a un ave de gran tamaño, entre 1,5-1,8 metros de altura, que tendría un cuello largo y flexible.
El fósil fue comparado con vértebras de dinosaurios terópodos y aves actuales y extintas de todo el mundo, tras lo cual se evidenció claramente su naturaleza aviana, aunque más primitiva que las aves actuales, según explica Manuel Pérez-Pueyo, investigador de Aragosaurus-IUCA y principal autor del trabajo.
Durante el desarrollo de la investigación se realizó una Microtomografía Axial Computerizada (micro TAC) de la vértebra en el laboratorio del Centro Nacional de Investigación de La Evolución Humana de Burgos, para estudiar la estructura interna de la misma.
El TAC permitió observar una estructura hueca con múltiples cavidades y cámaras, propia de un sistema respiratorio de sacos aéreos semejante al de las aves actuales.
El fósil fue encontrado en el año 2009 en el yacimiento Dolor, ubicado en los afloramientos de rocas sedimentarias continentales de la Formación Tremp en Aragón (noreste de España).
Las dataciones de esta área realizadas en trabajos anteriores sitúan estas rocas dentro de los últimos 250.000 años del Cretácico, muy cercanas temporalmente al límite Cretácico/Paleógeno y a la extinción de los dinosaurios no avianos.
Según la Unizar, este hallazgo es muy relevante para la paleontología de vertebrados europea, ya que si bien se conocía la presencia de aves de gran tamaño en el Cretácico de Europa, nunca se había registrado una tan próxima al límite Cretácico/Paleógeno.
Esta vértebra es la evidencia más moderna de un ave mesozoica en Europa y demuestra que aves de gran tamaño convivieron con otros dinosaurios justo antes de su extinción, lo que supone que las comunidades de animales continentales del final del Cretácico en Iberia eran más diversas de lo que se conocía hasta ahora.
Futuros descubrimientos ayudarán a desentrañar qué papel jugó este animal en estos ecosistemas y sus relaciones de parentesco con otras aves.