El hallazgo de los restos de esta especie, conocida por ser uno de los mayores depredadores marinos del Jurásico, consiste en fragmentos de mandíbula, dientes y extremidades correspondientes a dos especímenes, y representa el segundo registro más antiguo de pliosaurios en el Hemisferio Sur.
Los restos fueron encontrados en dos sitios ubicados en la cuenca del río Loa, a unos 20 kilómetros al oeste de la norteña ciudad de Calama, zona que hace 160 millones de años estaba casi totalmente sumergida en el océano Pacífico.
El descubrimiento fue posible luego de distintas campañas realizadas al sector desde el 2017 por un equipo de investigadores de la Universidad de Chile liderado por el paleontólogo Rodrigo Otero, trabajo que ha sido publicado recientemente en la revista Journal of South American Earth Sciences.
“Del primero obtuvimos un fragmento de mandíbula. Del segundo espécimen, hasta ahora hemos recuperado parte de una cintura, aparentemente pectoral, una aleta relativamente completa, y el fémur, que ya se había erosionado en gran parte y fue recuperado peinando sedimentos recientes”, explicó Otero, según consignó un comunicado de la Universidad de Chile.
De acuerdo con lo que los investigadores vieron en terreno, es posible que la cola y parte de la pelvis se hayan erosionado, digo Otero, que no obstante se felicitó que han podido confirmar que el cráneo se encuentra preservado.
Respecto a las características de estos especímenes chilenos, Otero describió que el fósil completo debe medir entre 6 a 7 metros, su cráneo tiene cerca de 1 metro de largo y sus dientes, con forma de ají, entre 8 y 10 cm.
“Por el momento no sabemos de qué género puedan tratarse, pero eso lo podremos aclarar cuando se prepare el cráneo y/o la aleta completa”, apuntó.
¿CÓMO ERAN LOS PLIOSAURIOS?
Los pliosaurios fueron reptiles marinos megadepredadores que reinaron en los mares del periodo Jurásico, con una enorme cabeza, mandíbulas y dientes y un tamaño que podía alcanzar en algunos géneros hasta 15 metros o más.
Este animal se caracterizaba por poseer un gran cráneo con el rostro alargado, con dientes muy robustos y firmemente unidos a la mandíbula. El cuello era corto y robusto, su cuerpo era hidrodinámico y sus extremidades estaban adaptadas a modo de aletas”, explicó Otero.
Por otra parte, señaló que este reptil marino se ubicó en la cúspide de la cadena alimenticia del Jurásico Superior como un “depredador de organismos grandes, posiblemente plesiosaurios, ictiosaurios y tiburones, entre otros”.
BIODIVERSIDAD JURÁSICA
Los restos de estos reptiles marinos fueron detectados cerca de los sitios donde se encontraron también los fósiles que permitieron identificar el pasado agosto a los géneros de plesiosaurios Muraenosaurus y Vinialesaurus.
Otero señaló que aún existe un amplio registro fósil de fauna prehistórica por identificar en el desierto de Atacama, donde han hallado nuevos materiales de vertebrados marinos, incluyendo restos craneales de ictiosaurios, cocodrilos marinos y plesiosaurios, junto con una diversidad de peces que abarcan desde formas muy pequeñas hasta formas filtradoras gigantes.
El investigador planteó que esta diversidad de vertebrados marinos hallados en la zona sugiere la hipótesis de que en el pasado existió un corredor marino, llamado “Corredor del Caribe”, que conectó la fauna marina del mar de Tetis (actual Atlántico norte) y la del antiguo océano Pacífico durante el Jurásico Medio y Superior, cuando parte del territorio chileno estaba sumergido en el mar y Sudamérica aún integraba Gondwana.