El último ejemplar del tilacino o tigre de Tasmania (Thylacinus cynocephalus) que se conoce murió en cautividad el 7 de setiembre de 1936 en el zoológico de la ciudad australiana de Hobart y, posteriormente, sus restos fueron entregados al Museo y Galería de Arte de Tasmania (TMAG, siglas en inglés).
Este ejemplar, una hembra de edad avanzada, fue capturado por un cazador en el Valle Florentino de la isla de Tasmania, en el sur de Australia, y vendido al zoológico de Hobart, la capital de esta región, en mayo de 1936.
“Durante años, muchos conservadores e investigadores de museos buscaron sus restos sin éxito, ya que no se había registrado ningún material de tilacinos que datara de 1936 en la colección zoológica, por lo que se asumió que su cuerpo había sido desechado”, dijo el investigador Robert Paddle en un comunicado de TMAG.
Paddle y Kathryn Medlock, quienes publicarán su hallazgo esta semana en la revista científica Australian Zoologist, descubrieron que los restos del tigre de Tasmania sí llegaron al TMAG en 1936 –aunque su arribo no fue registrado adecuadamente por los taxidermistas del museo–, gracias a un documento clave que permitió rastrear los restos del animal.
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Los investigadores descubrieron además que los restos de este ejemplar extinto (la piel desollada y el esqueleto) eran utilizados para exhibiciones itinerantes y por eso se guardaban en un armario de la sección educativa del museo.
“La piel fue cuidadosamente curtida como una piel plana por el taxidermista del museo, William Cunningham, permitiendo así transportarla fácilmente y utilizarla como espécimen de demostración para las clases escolares sobre los marsupiales de Tasmania”, precisó Medlock, curadora del departamento de zoología vertebrada del TMAG.
El tilacino, un marsupial con franjas que cruzaban su lomo que recordaban a las de un tigre, llegó a habitar en Australia continental y en la isla de Nueva Guinea, aunque desapareció de esos lugares hace unos 3.000 años por el cambio climático.
La isla de Tasmania era el único lugar donde la especie sobrevivió, pero su extinción se aceleró con la llegada de los europeos a Oceanía en el siglo XVIII, que pusieron en marcha una intensa campaña de caza entre 1830 y 1909, alentada por recompensas para acabar con este depredador que se comía al ganado.
Pese a que los tigres de Tasmania se extinguieron hace 85 años cuando murió el último ejemplar en el zoológico de Hobart, la especie solo fue declarada oficialmente extinta en la década de 1980.