Los investigadores del proyecto, liderado por el científico Jordi Llorca, dieron a conocer el hallazgo en un estudio publicado en la revista Meteoritics and Planetary Science, además de recopilaciones de documentos sobre el suceso.
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Los dos fragmentos de 50 y 34 gramos de peso se encontraban en la colección del Instituto Botánico de Barcelona en Montjüic, en el interior de un frasco de vidrio y con una etiqueta incompleta y borrosa.
Esto, gracias a la familia Salvador, de un prestigioso linaje de boticarios catalanes, que reunieron una biblioteca y unas colecciones científicas importantes, las cuales se mantuvieron en un gabinete de curiosidades en la trastienda de su antigua farmacia y actualmente se conservan en el interior de uno de los edificios del Instituto Botánico de Barcelona.
El meteoro de 1704 es el séptimo más antiguo que se conserva en todo el mundo y el tercero más antiguo en Europa.
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Los fragmentos fueron sometidos a análisis y comparados con restos de otros meteoritos que se encontraron en Cataluña desde 1851 a 1905 para poder confirmar que se trataba del fenómeno visto el cielo en 1704.
Supersticiones y predicciones
Según recoge el medio Sputniknews, la caída del meteorito fue considerada como un signo divino, ya que cayó en plena Guerra de Secesión española.
Es así que dio lugar a numerosos predicciones y supersticiones, se utilizó con fines propagandísticos por ambos bandos enfrentados en la Guerra de Secesión.
Por uno de los frentes, los partidarios del archiduque Carlos de Austria interpretaron el fenómeno como una señal de Dios a su favor, en tanto que los partidario de Felipe V como una advertencia a los catalanes por usurpar la casa de Austria.
La contienda inició en 1701 y duró hasta 1713, a causa de la muerte sin descendencia de Carlos II de España, el último representante de la casa de Habsburgo.