Su visita no estaba en la agenda oficial que la Casa Blanca difundió por la mañana. A pesar de ello, la vicepresidenta decidió unirse a un equipo de voluntarios de la campaña en las horas finales de la jornada electoral para contactar directamente con votantes.
Al entrar en la sala del Comité Nacional Demócrata (DNC, por sus siglas en inglés), donde se encontraban los voluntarios, Harris expresó su agradecimiento: “Esto es lo mejor de lo mejor, muchísimas gracias a todos”, afirmó.
La vicepresidenta llevaba también una caja de Doritos para los voluntarios. Tras saludarlos, se acercó a un teléfono y habló con el votante que estaba al otro lado: "¿Ya has votado? ¿Sí? ¡Gracias!”, dijo mientras la sala irrumpió en aplausos.
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En ese momento, uno de los presentes gritó "¡presidenta!”, lo que provocó otra ronda de vítores.
Harris hizo otra llamada desde un móvil, durante la cual se escuchó cómo conversaba con una niña de ocho años, a quien le dijo que era “una líder sin importar la edad” y bromeó con que estaba deseando que cumpliera diez años más para que pudiera ejercer su derecho al voto.
“Es muy importante, tenemos mucho trabajo por hacer”, señaló en un momento de la conversación.
Mientras Harris charlaba con votantes, a su alrededor se congregaban voluntarios, miembros del Partido Demócrata, fotógrafos, camarógrafos y periodistas que intentaban captar sus conversaciones.
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El presidente del DNC, Jamie Harrison, observó la escena desde la entrada de la sala. Cuando Harris se fue, ambos se fundieron en un abrazo.
En Estados Unidos, los voluntarios y trabajadores de las campañas suelen llamar a los votantes para pedirles que acudan a las urnas.
Este trabajo se realiza durante toda la campaña y, el mismo día de las elecciones, los esfuerzos suelen enfocarse en quienes tienen menos probabilidad de votar, ya que una llamada puede ser decisiva para inclinar la balanza.
Fuente: EFE.