04 dic. 2024

Harris vs. Trump: El desenlace y su impacto

Hay consenso de que el resultado final de las elecciones presidenciales en Estados Unidos se decidirá por un estrecho margen en los estados pendulares (Wisconsin, Michigan, Pensilvania, Carolina del Norte, Georgia, Nevada y Arizona). Los candidatos Kamala Harris y Donald Trump están en estos momentos en un empate técnico tratando de mover la aguja para un lado u otro. Los temas candentes en el país son la inmigración, la salud y derechos reproductivos, la economía y la seguridad. Ante tan incierta situación, los tomadores de decisión en América Latina y el Paraguay se hacen preguntas sobre los efectos del desenlace final en las relaciones internacionales.
Evidentemente, el país que más se verá afectado por el resultado será México. Los puntos de tensión son múltiples. La gestión de la migración en México como país de tránsito para migrantes originarios de América Central, Cuba, Haití y Venezuela, entre otros, es clave. Habrá mayor presión por fortalecer las barreras de entrada a México y la absorción de migrantes y solicitantes de asilo. Los otros dos grandes temas serán el boom del llamado “nearshoring” es decir la instalación de capitales chinos en territorio mexicano, para aprovechar el acuerdo de libre comercio de México con Estados Unidos y Canadá. Una eventual presidencia de Trump, significará una presión mucho más agresiva para quitarle ese recurso a los chinos. Esa misma agresividad se ejercería en el caso del combate al crimen organizado, donde los posicionamientos de Trump llegan al extremo de querer desplegar sus propias fuerzas militares para combatir a los carteles de la droga en México.

En el análisis prospectivo de un eventual retorno de Trump se debe tomar en cuenta su estilo transaccional. Mientras que el gobierno de Biden, y probablemente el de Harris, se enfoca más en encausar las relaciones internacionales en un marco institucional y normativo, el trumpismo prefiere actuar como superpoder y presionar al Estado específico que tiene enfrente con la zanahoria y el garrote. Amenazando con sanciones y tarifas si necesario. Eso lo hace mucho más impredecible, por lo que los países latinoamericanos van a verse compelidos a probar determinados acercamientos individuales y esperar salir de las negociaciones en una situación gananciosa. Si el país no tiene nada importante que ofrecer en esa relación transaccional es probable que la agenda de política exterior mantenida en el dialogo con EEUU no avance y quede olvidada, o en manos de cuadros subalternos. Eso puede afectar temas sensibles para un país como Paraguay, de poca importancia para Washington. Los temas de la apertura del mercado estadounidense a la carne paraguaya, o la designación del ex presidente como significativamente corrupto, pueden caer en esa categoría.

Uno de los puntos en los que algunos tomadores de decisión latinoamericanos hacen sus apuestas es en la demostración de afinidad política, como modo de compensar la irrelevancia. Los gobiernos y líderes de derecha, véanse por ejemplo, Nayib Bukele de El Salvador, Javier Milei de Argentina y hasta cierto punto Santiago Peña de Paraguay, han dado claras señales de acercamiento al movimiento trumpiano. La expectativa en estos casos es que, considerando esas afinidades, la política exterior de EEUU, con una administración de Trump, será la de favorecerlos en las tratativas. La respuesta es puede que si, puede que no, dependerá mucho del tema. Seguramente, una administración Trump le bajará el tono a “la democracia” como referente en la política exterior y mirará al otro lado si siguen los retrocesos actuales, a menos que se trate de los casos de Cuba, Venezuela y Nicaragua. Sobre el tema de corrupción, las cosas pueden variar. Dependerá de qué acto de corrupción y sobre todo si afecta o no intereses estadounidenses. Algunas de las vinculaciones de los casos de corrupción en Paraguay con intereses comerciales de EEUU o ligados al financiamiento de grupos calificados como terroristas, pueden llegar a ser particularmente problemáticos. Lo importante es recordar es que Donald Trump no tiene amigos. Si uno le es útil, estará bien, mientras dure esa utilidad. Después de eso, cualquier cosa puede suceder.

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