Las gradas para la ceremonia de investidura ya están listas frente a la Casa Blanca, pero es imposible vaticinar cuál de los dos, si la vicepresidenta demócrata o el ex presidente republicano, será el próximo inquilino.
Es bien sabido que las encuestas no son infalibles, pero esta vez no dan ni siquiera una pista. Ambos candidatos llevan semanas en empate técnico y la diferencia siempre ha sido mínima.
Y eso a pesar de los sobresaltos de la campaña.
Ni los dos intentos de asesinato contra Trump ni la entrada en la campaña de Harris en julio, es decir casi en el último momento, tras la retirada del presidente Joe Biden, han movido el marcador entre la candidatura demócrata y la republicana.
LUCHA EN SIETE ESTADOS. En los siete días que les quedan, Trump y Harris se centrarán en los siete estados clave donde lucharán por unos pocos miles de votantes indecisos que posiblemente decidan el resultado.
“En este momento parece que está muy reñido”, declaró a la AFP John Mark Hansen, profesor de ciencias políticas en la Universidad de Chicago.
En cualquier caso, de estas elecciones saldrá el primer presidente de Estados Unidos con una condena penal a sus espaldas o la primera mujer en el cargo.
Seguramente habrá que esperar varios días después del 5 de noviembre para contar las papeletas y abrir un periodo de transición.
La incertidumbre es máxima por miedo a disturbios si Trump pierde e impugna los resultados como hizo en los comicios de 2020.
El resultado dependerá de quién consiga movilizar a los votantes indecisos y a sus bases para que acudan a las urnas.
Harris, de padre jamaicano y madre india, corteja a los republicanos recelosos de la retórica cada vez más dura de Trump contra los migrantes y sus opositores internos, y a las mujeres favorables al derecho al aborto.
Y también a los hombres negros y latinos a quienes las encuestas muestran cada vez más favorables a Trump.
“GUERRERA ALEGRE” La demócrata se ha presentado como una “guerrera alegre” que pasará página a la indignación de Trump, “cada vez más desquiciado”.
Cuenta con el apoyo de buena parte del mundo del espectáculo, como Taylor Swift, Bruce Springsteen, Eminem o Beyoncé, pero esto podría no bastar para llegar a la Casa Blanca.
En su tercera campaña consecutiva para la Casa Blanca, el republicano endurece su discurso que cala en un electorado blanco de cierta edad.
MIGRACIÓN. Para Trump la migración es “el problema número uno” del país, “incluso por delante de la economía”.
Estados Unidos es “un cubo de basura para que el resto del mundo arroje a las personas que no quiere”, afirma, refiriéndose a los migrantes en situación irregular que promete deportar si se convierte en el presidente de más edad en prestar juramento.
Para poner todo de su parte, Trump recorre los siete estados clave más disputados: Arizona, Georgia, Michigan, Nevada, Carolina del Norte, Pensilvania y Wisconsin.
En Pensilvania, un estado muy cortejado por sus 19 votos electorales de los 270 necesarios para ganar las elecciones, cuenta con la ayuda del hombre más rico del mundo, Elon Musk, que hace campaña por él.