En este cuarto de siglo, el universo mágico de “el niño que sobrevivió" a Voldemort extendió sus raíces en el imaginario de varias generaciones que desearon recibir, algún día, la carta de admisión a Hogwarts y poder cursar asignaturas como las de Pociones, Defensa Contra las Artes Oscuras o Encantamientos, con una varita hecha de pluma de fénix como la del protagonista.
A día de hoy, todavía hay niños y adolescentes que crecen con ansias de encontrar esas cartas lacradas y con tinta verde y que se asoman por la tienda Minalima, en Londres, en el céntrico barrio del Soho, para ver ese y otros diseños que idearon Miraphora Mina y Eduardo Lima para las películas.
“Por mi cumpleaños pedí venir a Londres para visitar todas las tiendas de Harry Potter e ir a los estudios”, cuenta a Efe la tinerfeña Lucía Jurado, de 15 años.
Junto con su hermano Roberto, han vivido la “experiencia increíble” de ver y tocar las diferentes cartas que reposan en la chimenea de la tienda. “Me he sentido como Harry Potter en su casa” -apunta, emocionada-; “nunca se me va a olvidar”.
El dúo de diseñadores Minalima se encargó de arrancar muchos objetos de las páginas y hacerles cobrar vida: los libros de magia, el periódico de El Profeta, los envoltorios de los dulces como el de la rana saltarina de chocolate e incluso los billetes de tren del Hogwarts Express. “Nos sentimos muy especiales de haber iniciado a Harry en este increíble viaje”, expresó Lima a Efe.
J.K. Rowling ofrece una “descripción mínima” de los objetos en sus libros, comentó Mina, aunque los suficientes para alimentar la imaginación y dar “un pequeño regalo” a los diseñadores, que han gozado de mucho margen de maniobra. “Por ejemplo, el Mapa del Merodeador lo describe solo como una pieza cuadrada de pergamino que se deshace”, apunta.
El manuscrito, rechazado continuamente
Hace 25 años, Alice Newton tenía ocho años y fue una de las primeras lectoras que evadió nuestro mundo ordinario, el de los “muggles” según la saga, para sumergirse en la historia de un huérfano con una extraña cicatriz en la frente que tiene que vivir con sus tíos crueles y dormir en la alacena debajo las escaleras.
Al empezar a leer, Alice quedó fascinada con los primeros capítulos que le dejó su padre, Nigel Newton, fundador de la editorial Bloomsbury, y su opinión fue determinante para que el manuscrito no terminara en un enésimo rechazo de publicación.
Y es que antes de Alice, una docena de editoriales habían dado calabazas a JK Rowling, seudónimo de Joanne Rowling, y al manuscrito que había empezado a escribir en una habitación alquilada en el sur de Londres, mientras cargaba con el estigma de madre soltera y sobrevivía gracias a las ayudas sociales, sin saber que acabaría atesorando más de 850 millones de libras (989 millones de euros).
Lejos de la creencia popular de que fue la gótica librería Lello de Oporto la cuna de las aventuras de Harry y sus amigos, Ron y Hermione, la misma novelista ha revelado que, en realidad, fue un piso londinense cerca de la estación de Clapham Junction, en el número 94 de St John’s Road, donde puso “la pluma sobre el papel por primera vez” y colocó “los primeros ladrillos de Hogwarts”.
Así que, a pesar de las largas colas de fans que se amontonan cada día en la librería portuense, allí Rowling no escribió ni una palabra de las 77.689 que tiene la primera novela. "¡Nunca supe de su existencia! ¡Es bonita y ojalá la hubiese visitado, pero no tiene nada que ver con Hogwarts!”, ha confesado en Twitter, aunque sí vivió dos años en la ciudad portuguesa, llena de universitarios vestidos con capa negra -la praxe- que tanto se asemeja al uniforme de Hogwarts.
Algunos datos de la saga
Harry Potter y la piedra filosofal abrió las puertas a un mundo de fantasía imaginado por la escritora británica JK Rowling y que llegó a cientos de millones de seguidores en todo el mundo. Fue la primera entrega de una serie literaria que ha vendido más de 500 millones de ejemplares y que ha dado lugar a una de las sagas cinematográficas de mayor éxito.
El debut literario de JK Rowling se publicó el 26 de junio de 1997, en una edición de apenas 500 copias, parte de ellas destinadas a bibliotecas.
Christie’s subasta estos días una de esas primeras copias, autografiada por la autora, en una puja que comenzará en 250.000 dólares.
La editorial Bloomsbury acaba de reeditar la primera entrega de la saga en una edición especial que recupera la portada original y contiene ilustraciones realizadas por la propia JK Rowling.
El camino para que las aventuras de Harry Potter vieran la luz no fue sencillo: hasta una docena de editoriales rechazaron el manuscrito de “Harry Potter y la piedra filosofal” antes de que la pequeña editorial Bloomsbury, de Londres, diera el visto bueno a aquella novela infantil protagonizada por un niño huérfano que descubre que es mago el día de su undécimo cumpleaños.
El rechazo de las editoriales no fue la única dificultad que Joanne Rowling tuvo que enfrentar.