Actualmente, existen 43 facultades de medicina habilitadas por el Consejo Nacional de Educación Superior (Cones), de las cuales 30 se concentran en tres regiones: Alto Paraná, Amambay y Asunción/Central.
Estas facultades producen un estimado de 43.000 estudiantes de medicina y solo en el ciclo clínico (del cuarto al sexto año). La Dirección Nacional de Recursos Humanos en Salud (Dnerhs) estimó en 2024 que existe un estimado de 10.824 estudiantes, de los cuales el 75% (8.197) serían de origen brasileño.
‘‘Este aumento de la cantidad de carreras de medicina no se vio acompañado de un sistema de información consistente, que permita gestionar adecuadamente los campos de práctica’’, dice el documento presentado al Cones.
El informe destaca preocupaciones sobre deficiencias en los campos de práctica disponibles (CPC) para la educación médica, señala que no se tiene en cuenta su distribución geográfica respecto a Institutos de Educación Superior ni las necesidades de la población en las áreas específicas donde se encuentran.
Hay saturación de los campos de práctica clínica en regiones de alta densidad de facultades, como Alto Paraná, Amambay y Asunción/Central, es decir, los espacios están siendo utilizados más allá de su capacidad operativa, con turnos múltiples de estudiantes por día, lo que compromete la calidad de la enseñanza.
Tomando un caso concreto, el Hospital Regional de Ciudad del Este tiene 180 camas y 38 consultorios, lo que suma 436 plazas, de las cuales 410 están asignadas. Este hospital sirve como campo de práctica para 5 Instituciones de Educación Superior (IES), que reportaron 528 estudiantes, superando significativamente la capacidad recomendada.
Además, se observó la falta de criterios claros y unificados para habilitar estos campos frente a la sobrecarga, lo que compromete la calidad de la formación médica y la seguridad de los pacientes.
Tampoco existe un control efectivo sobre la cantidad de estudiantes que asisten a los hospitales ni sobre la calidad de las prácticas realizadas. En muchos casos, los estudiantes solo pueden observar procedimientos sin tener acceso a una formación real supervisada, lo que limita su aprendizaje práctico.
La Comisión detalla que la relación estudiante-paciente recomendada por estándares internacionales es de un máximo de dos estudiantes por paciente, pero se reparta hasta seis estudiantes por paciente en algunos hospitales.
La sobrecarga de estudiantes afecta a los profesionales de salud encargados de la supervisión, quienes deben atender a pacientes mientras intentan guiar a los alumnos en formación, sin contar con incentivos o una estructura formal que regule su labor docente. En algunos hospitales solo hay un tutor clínico por cada 15 a 20 estudiantes y lo recomendable es un máximo de 10 alumnos por docente.
El Cones dispuso la conformación de un equipo técnico que examinará los resultados y analizará la viabilidad de las recomendaciones.