Desde el centro de la primera fila de la sala de prensa de la Casa Blanca, un privilegiado espacio que obtuvo tras décadas de perseverancia, Thomas miraba con la ceja levantada a cada uno de los portavoces de la Casa Blanca, dispuesta a torturarles con inagotables preguntas sobre los entresijos del poder.
Conocida como la decana de los corresponsales de la Casa Blanca por los 50 años que pasó en su sala de prensa, Thomas no creía que existieran las “preguntas groseras”, como dijo en una entrevista con el New York Times, en 2006, y no dudó en dejarlo claro en su cobertura a diez presidentes, desde John F. Kennedy a Barack Obama.
“Quiero que su conciencia le moleste”, le dijo una vez al antiguo portavoz de la Casa Blanca de Obama, Robert Gibbs, en uno de sus tensos intercambios.
Su extrema franqueza le mereció muchas críticas y acabó por costarle el trabajo en 2010, pero para entonces Thomas ya se había convertido en todo un ícono en la Casa Blanca y para las periodistas de todo el país, que cuando ella comenzó su carrera seguían encasilladas en columnas sobre asuntos domésticos.
La primera mujer en ser corresponsal fija en la Casa Blanca de una agencia de noticias fue también la encargada de romper la barrera “que mantenía a las mujeres fuera del Club de Prensa Nacional”, al convertirse en 1971 en su primera miembro, recordó la presidenta actual del club, Angela Greiling Keane.
La vasta curiosidad y el carácter sin tapujos de Thomas fueron claves en su ascenso a ese mundo de hombres, donde pronto se ganó el respeto de sus compañeros e incluso la admiración de presidentes como Ronald Reagan, que en 1984 aseguró que se había convertido “en una parte importante de la presidencia estadounidense”.
Menos simpatía despertó en la administración de George W. Bush (2001-2009), a quien ella describió como “el peor presidente que ha habido” y ante el que nunca dejó de cuestionar la entrada en la Guerra de Irak, en 2003, una política que, según Thomas, no fue lo suficientemente cuestionada por sus compañeros de la sala de prensa.
“Me gustaría que los periodistas tuvieran más responsabilidad, que hablaran más sobre los oprimidos”, dijo a la cadena CNN en 2011. EFE