06 may. 2025

Hermano en apuros

Cuando Mario Abdo Benítez decidió nombrar a su hermano ministro de Hacienda, uno de sus asesores le dijo al oído que esto le iba a causar problemas. No porque Benigno López no tuviera capacidad, sino porque el lazo de sangre le impediría activar esa herramienta de emergencia llamada fusible, que tienen los presidentes para desactivar una crisis cortando la cabeza de sus colaboradores.

No solamente eso. Le alertaron también que el nexo sanguíneo le iba a restar la capacidad de un análisis más frío de la economía, muy necesario en la política. “Los afectos perturban la visión”, le dijeron en tono premonitorio.

López es abogado, con maestría de la Universidad de Georgetown, Washington, EEUU. Tiene una larga trayectoria en la función pública. Su currículum informa que inició su carrera profesional en el BCP, en 1980. En el BCP tuvo un rol clave en la recuperación de los USD 16 millones desviados de los bancos Unión y Oriental en liquidación, caso que había llevado al banquillo de acusados al entonces presidente Luis González Macchi. Allí consolidó su carrera, fue asesor y luego director. Entre el 2012 y el 2013 trabajó en el Fondo Monetario Internacional. Volvió al país y se convirtió en director jurídico de Itaipú.

El presidente Horacio Cartes lo convocó para apagar el incendio en el IPS en reemplazo de Aníbal Filártiga, quien estuvo como presidente apenas dos semanas, cargo del que salió huyendo porque no tenía cómo luchar con un monstruo y no sabía por dónde empezar. Se refería a la poderosa mafia que gobierna la institución. Esa bomba explotó estos días con las amañadas licitaciones eternamente ganadas por el ex diputado Chamorro, cuyas esquirlas impactaron más en López que en su hombre de confianza, Armando Rodríguez, además de arrastrar al senador liberal Dionisio Amarilla. Está en el ojo de la tormenta. Los sindicalistas lo acusan de corrupto. Verdad o mentira, hay una responsabilidad que no puede eludir: “no haber visto” la exasperante corrupción de las multimillonarias licitaciones y, especialmente, las que manejaban Chamorro y compañía en los cuatro años que dirigió la previsional.

A partir de este cargo pasó a integrar la mesa chica del equipo económico del cartismo. Hasta hoy mantiene muy buenas relaciones con Santiago Peña y Carlos Fernández Valdovinos.

Entonces su hermano ganó las elecciones presidenciales y se convirtió en su mano derecha. Fue jefe de la transición, tiempo en que barajó las cartas y los nombramientos claves en las instituciones del Estado. Probablemente sea el ministro de Hacienda con más poder político que sus antecesores. No solo influenció para los cargos que tienen relación directa con su cartera, como Aduanas, SET, BCP, BNF, AFD, sino también IPS, Seprelad, algunas direcciones en Itaipú y Yacyretá, Gabinete Social y otras áreas. “Es hombre de Benigno”, dicen en voz baja los políticos que lo miran con recelo y que no pueden cuestionar su gestión ante el presidente. No es lo mismo denunciar a un ministro, que al hermano del presidente. Un blindaje y una carga a la vez.

CONTINUIDAD. Aunque Marito llegó a la presidencia de la República con la bandera anticartista, su política económica no difería del gobierno anterior. La designación de Benigno trajo alivio al empresariado y, especialmente, al cartismo. Es la bisagra. Horacio Cartes nunca cuestionó su gestión, aún en los momentos más críticos sus medios periodísticos son muy benignos. Cuando en marzo José Ortiz llegó a Palacio, se lo sindicó como uno de los gestores del polémico encuentro. “Asumo mi cuota de responsabilidad en la reunión”, dijo entonces. En el grupo de WhatsApp de Honor Colorado, hay una orden clara de arriba de no criticar al ministro de Hacienda. Y esta no es una decisión afectiva.

Su designación como ministro trajo tranquilidad a los empresarios que veían con buenos ojos la continuidad de las políticas económicas de Cartes. Y aunque hoy lo cuestionen por la reforma tributaria, siguen confiando en él porque temen que venga “alguien peor”. En un gobierno altamente politizado, ven que es uno de los pocos que enfrentan la “ola populista” del Congreso. De hecho, en Hacienda creen que algunos políticos están contribuyendo en su desestabilización. Pero hasta el momento se mantiene firme: “No estoy dispuesto a dejar el cargo, creo que el fin de todo es que renuncie, pero no lo voy a hacer sin que haya un motivo”.

VORÁGINE. El ministro de Hacienda vive sus peores horas, pero a diferencia de sus colegas, su situación impacta por tiro de elevación a su hermano presidente. Cuando debería ser al revés, que un ministro sea un fusible para proteger la imagen presidencial. Un tema que ya pone en alerta a sus asesores porque no saben cómo manejar la situación. “El presidente está embarcado en el operativo de salvar a su hermano y debe ser al revés”, graficó un funcionario palaciego.

Ni aún disculpándose por el exabrupto de su esposa, ni mostrando su declaración de bienes, Benigno López ha logrado bajar los decibeles de las críticas.

Los pasos siguientes serán claves para ver cómo sale del apuro.

¿Cuál hermano salvará al hermano?

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