–¡¡¡Estamos podridas de que nos vean como un pedazo de carne y que nos asesinen y agredan inmisericordemente para saciar su enferma ansiedad de machitos acomplejados!!! ¡¡¡Estamos hartas del heteropatriarcado asesino!!!
–Entiendo tu rabia, sobrina. La sociedad y sus instituciones, las no sacras y, fundamentalmente, las sacras, sistemáticamente las han sojuzgado y convertido en un apéndice del hombre. Entiendo tu rabia, pero...
–¿¿¿Pero qué!!!
–Pero llega el momento de que superes esa rabia...
–¡¡¡Por qué!!!
–Porque la rabia no te permite analizar con claridad el tema.
–Lo único que falta ahora es que nosotras seamos las culpables. ¿O debemos llevar burkas para que los pelotudos estos nos dejen en paz?
–No son culpables, pero sí responsables de la construcción del problema por el que se están muriendo.
–No entiendo. Explicate mejor.
–El nefasto ideal del macho proveedor es un ideal que la sociedad alimenta y al que ustedes en gran medida contribuyen. Ese sinceramiento será útil para ustedes, en particular, y para la solución del problema, en general.
–Cómo podemos adivinar que nos metemos con un granuja. Y, por Dios, decime cómo nosotros contribuimos a nuestro propio martirio.
–Con sus elecciones conscientes e inconscientes. La seudofortaleza del hombre sigue siendo un gran alimento de la fantasía social que compra la mujer.
–Es decir, para vos, somos propensas a meternos con estúpidos y solazarnos en elecciones afectivas masoquistas que terminan por asesinarnos...
–No, pero...
–Pero ¿qué?
–El tema de la violencia tiene un enorme impacto de género, pero no se trata de un problema de género, es un problema de educación, de la construcción de estructuras mentales alimentadas por víctimas y victimarios.
–Para vos, el hombre y la mujer son intrínsecamente violentos y nosotras ligamos las trompadas porque tenemos menos fuerza física.
–No es tan así, pero sí. Hay mujeres que si tuvieran más fuerza física que el hombre y un enfermo mandato cultural de dominio asesinarían a los hombres por medio de la misma.
–Y qué proponés, heteropatriarca.
–Que el debate deje de ser hipócrita. La misma sociedad que construyó el ideal que las están asesinando ahora quieren cosificarlas como víctimas eternas. La realidad es que ni con un policía por mujer se va a solucionar el problema de la violencia de género.
–Cómo se hará, entonces.
–Con educación y desde los primeros años de escolaridad. No aplicando la condescendiente frase de que a las mujeres no se les toca ni con el pétalo de una flor. ¡¡¡A nadie se le debe tocar!!! El problema debe tener un abordaje de víctima y victimarios. Se debe trabajar con los dos. El problema real es la violencia, por más de que el 99% de las víctimas son mujeres. La violencia machista y el imaginario que la consolida como una tara social permanente deben ser combatidos por hombres y mujeres.
–Puede ser. Aunque tengo mis dudas. En lo que coincidimos es en “desastre ko Marito”. Lastimosamente, y por cómo se maneja en el tema económico, él es una confirmación del prejuicio de que las cajas bonitas suelen esconder contenidos insulsos.