05 may. 2025

Hijo de hombre alcanza 60 años conmoviendo a varias generaciones

Con la historia del país como trasfondo, la novela de Augusto Roa Bastos, editada en 1960, es un relato compuesto de batallas y dilemas que se siguen cruzando en el día a día del paraguayo.

Foto UH Edicion Impresa

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“Hueso y piel, doblado hacia la tierra, solía vagar por el pueblo en el sopor de las siestas calcinadas por el viento norte. Han pasado muchos años, pero de eso me acuerdo”, fueron las palabras escogidas por Augusto Roa Bastos para iniciar Hijo de hombre, que en el 2020 cumple 60 años. Como en el relato, en el que el recuerdo persiste al paso del tiempo, la novela continúa resonando como una de las principales obras del país.

Salida a luz en 1960, fue elaborada en el periodo en el que Roa se encontraba exiliado en Argentina. El autor la escribió con la intención de participar del concurso de narrativa internacional de la Editorial Losada, certamen en el que alcanzó el primer puesto. Hace parte de la trilogía que integra otras dos obras: Yo el Supremo y El fiscal. Años más tarde, editó el material y agregó un capítulo, señalando: “Cuando retoco mis obras, es a mí a quien retoco”.

Con la Guerra del Chaco como trasfondo, el libro trasciende el acontecimiento bélico y se adentra en la vida de los personajes. “La novela muestra la crudeza de la guerra, vemos como se entrecruzan los destinos de esos seres humanos. Refleja lo que Bareiro Saguier definió como ‘caídas y resurrecciones de un pueblo’”, describe el periodista Antonio Pecci, al mismo tiempo de confesar que al leerla sintió una mezcla de conmoción e impacto producido a partir de la técnica narrativa con que el autor expone y desarrolla el texto.

“Él no habla de la guerra, retrata a la gente durante ese acontecimiento. La lucha, las batallas, el sufrimiento. Hay un retrato muy importante de la forma de vivir y de luchar del paraguayo”, manifiesta Mirta Roa, hija del escritor, que comenta que la novela le costó a su padre “sudor, lágrimas y muchas horas de sueño”, en razón del esfuerzo que realizaba para conciliar la escritura con el escaso tiempo que le sobraba, consumido por su labor en una compañía de seguros en Argentina.

Vigente. “Un texto como Hijo de hombre no envejece”, afirma Pecci al sostener que la técnica moderna, la prosa cuidada y el estilo atrayente despliegan una estrategia narrativa en un lenguaje sencillo, que erige al título como la obra de mayor impacto escrita por Roa Bastos, al alcanzar públicos muy distintos, en cuanto a culturas y a niveles de conocimiento.

La hija del escritor también destaca el vigor de la novela al manifestar que “es totalmente vigente, un relato del Paraguay profundo que sigue estando igual”. Además, enfatiza que sirve para reflexionar sobre la realidad del país, al que divide en partes, al reproducir las palabras de su padre que afirmaba que el Paraguay está conformado por tres países: Asunción, el interior y el Chaco, y que estas no se encuentran ni se relacionan.

Tal como atestigua el fragmento: “Porque el hombre, (...), tiene dos nacimientos. Uno al nacer, otro al morir (...). Muere pero queda vivo en los otros, si ha sido cabal con el prójimo. Y si sabe olvidarse en vida de sí mismo, la tierra come su cuerpo pero no su recuerdo”, a 14 años de su muerte, a través de obras que trascienden el tiempo, como Hijo de hombre, Augusto Roa Bastos permanece inmortal en la literatura y presente en la memoria de los paraguayos.


De las páginas del libro a la pantalla grande
Roa Bastos que también incursionó como guionista en el cine, vio representada una parte de su obra en el largometraje que lleva el mismo título de la novela pero también es conocida como Choferes del Chaco y La sed. Dirigida por el argentino Lucas Demare, la cinta fue estrenada en 1961, cosechando diversos premios, entre ellos, el galardón Perla del Cantábrico a la mejor película de habla hispana, del Festival Internacional de cine de San Sebastián, en España, ese mismo año.
Para el cineasta Hugo Gamarra, volver a llevarla a la pantalla grande es un gran reto, al tener en cuenta que en función de la riqueza de la obra un largometraje de dos horas no sería suficiente. “Poder narrarla en un guion con solidez dramatúrgica y a la vez con fidelidad a la novela y a las culturas representadas es un gran desafío. El formato más viable hoy día sería hacerla como miniserie”, detalló el autor que ya abordó la propia vida de Augusto Roa Bastos en su filme El portón de los sueños, estrenado en 1998.