24 nov. 2024

Hipotecando el futuro

La deuda pública paraguaya ha venido creciendo aceleradamente en los últimos años

Con una presión fiscal que no llega ni al 10% (ingresos tributarios sobre PIB), pero con la imperiosa necesidad de obtener el financiamiento necesario para ir acortando la enorme brecha en infraestructura, principalmente, la administración pública ha acelerado de forma peligrosa la toma de préstamos y la emisión de bonos, tanto a nivel local como internacional, a tal punto que ya genera preocupación en el sector privado y presiona a las autoridades fiscales a usar el ingenio para idear herramientas que ayuden a disminuir su vorágine.

A esto se sumaron los últimos desastres naturales y la pandemia del Covid-19, crisis que todavía no se han ido totalmente y que siguen afectando a miles de hogares paraguayos. Estos dos shocks han requerido un enorme esfuerzo fiscal y financiero, lo que, al final de cuentas, impactó muy fuertemente en el orden y el control de las finanzas públicas.

De acuerdo con las estadísticas del Ministerio de Hacienda, solamente en la última década, el pasivo estatal se cuadruplicó. Los informes publicados periódicamente por la cartera que lidera el Equipo Económico dan cuenta que la deuda pasó de los USD 3.591 millones al cierre del 2012 a los USD 15.053 millones al término del 2022.

Esto nos señala que el crecimiento que han registrado las obligaciones del Estado paraguayo llega a los USD 11.462 millones. En términos porcentuales, el incremento representa el 319%.

Si bien el resultado del pasivo comenzó a aumentar más velozmente desde que nuestro país decidió empezar a colocar sus bonos soberanos en el mercado internacional en el 2013, el gran salto obviamente se dio durante la pandemia.

Siempre, según los datos del Ministerio de Hacienda, en los años 2020 y 2021, la deuda pública tuvo un crecimiento de casi USD 4.800 millones para financiar la crisis del Covid-19 y los programas de reactivación económica. Esto incluye a los compromisos tomados por el Tesoro Público, así como los garantizados a entidades descentralizadas que llevaron adelante programas de apoyo, como la AFD, BNF o ANDE.

La deuda pública está hoy en el 37% del PIB, ya cada vez más lejos del 30% que era recomendado como prudente y cada vez más cerca del 40%, un nivel que el propio Ministerio de Hacienda ha considerado como comprometedor. No obstante, la frenética carrera del pasivo no detendrá su aumento en el último año de Mario Abdo Benítez al frente del Ejecutivo.

El Presupuesto 2023 prevé la toma de nueva deuda por valor de USD 1.433 millones en este año. Además, hay otros préstamos por USD 2.000 millones que están siendo negociados con multilaterales o ya están en espera de ser aprobados por el Parlamento para su ejecución en años venideros.

A pesar de este difícil panorama, poco y nada se ha escuchado a los candidatos debatir sobre el tema. Si bien se ha hablado generalmente sobre crecimientos inclusivos, seguridad jurídica, informalidad o contrabando, nada en específico se ha dicho sobre este indicador clave de las finanzas públicas.

Una deuda descontrolada, indefectiblemente, terminará no solo por reducir la inversión en infraestructura y en la mejora de los servicios básicos, sino que, además, implica que cada vez más recursos del Presupuesto Público se destinarán al pago de los compromisos y menos a los gastos sociales. Esto, sin siquiera contar que puede terminar por empujar a las autoridades fiscales a pensar en nuevos impuestos para sobrellevar esa pesada carga.

Es urgente e imperioso que los presidenciables, así como los candidatos al Legislativo, inicien un diálogo abierto y profundo sobre este tema. No se puede hipotecar el futuro de millones de paraguayos.

Más contenido de esta sección
Las ventas al público en los comercios pyme de Argentina cayeron un 25,5% interanual en febrero pasado, golpeadas por la pérdida de poder adquisitivo de los consumidores a causa de la elevadísima inflación, y acumulan un declive del 27% en el primer bimestre del año, según un informe sectorial difundido este domingo.
El mandatario decidió crear el fondo nacional de alimentación escolar esperando un apoyo total, pues quién se animaría a rechazar un plato de comida para el 100% de los niños escolarizados en el país durante todo el año.
Un gran alivio produjo en los usuarios la noticia de la rescisión del contrato con la empresa Parxin y que inmediatamente se iniciaría el proceso de término de la concesión del estacionamiento tarifado en la ciudad de Asunción. La suspensión no debe ser un elemento de distracción, que nos lleve a olvidar la vergonzosa improvisación con la que se administra la capital; así como tampoco el hecho de que la administración municipal carece de un plan para resolver el tránsito y para dar alternativas de movilidad para la ciudadanía.
Sin educación no habrá un Paraguay con desarrollo, bienestar e igualdad. Por esto, cuando se reclama y exige transparencia absoluta en la gestión de los recursos para la educación, como es el caso de los fondos que provienen de la compensación por la cesión de energía de Itaipú, se trata de una legítima preocupación. Después de más de una década los resultados de la administración del Fonacide son negativos, así como también resalta en esta línea la falta de confianza de la ciudadanía respecto a la gestión de los millonarios recursos.
En el Paraguay, pareciera que los tribunales de sentencia tienen prohibido absolver a los acusados, por lo menos en algunos casos mediáticos. Y, si acaso algunos jueces tienen la osadía de hacerlo, la misma Corte Suprema los manda al frezzer, sacándolos de los juicios más sonados.
Con la impunidad de siempre, de toda la vida, el senador colorado en situación de retiro, Kalé Galaverna dijo el otro día: “Si los políticos no conseguimos cargos para familiares o amigos, somos considerados inútiles. En mi vida política, he conseguido unos cinco mil a seis mil cargos en el Estado...”. El político había justificado así la cuestión del nepotismo, el tema del momento.