Por Stefanie Céspedes @betistef
El padre Marciano Toledo, sacerdote e historiador, explicó a ULTIMAHORA.COM que se trata de una mezcla de historia y leyenda, pero con gran contenido de realidad.
“Las pinturas que se encuentran en el mirador del Santuario recuerdan el comienzo de la evangelización, por parte de los franciscanos en esta región. Se puede decir que es Caacupé plasmada en arte”, refiere el religioso.
Durante el recorrido se observan los lugares donde se inicia la devoción a la Virgen de los Milagros de Caacupé, a su llegada a la ciudad, en los comienzos del año 1600, de la mano de los franciscanos que se instalaron en Caacupé, Atyra, Altos y zona del lago Ypacaraí.
La imagen fue tallada en madera por el indio José, que ya había sido catequizado por los franciscanos y quien se vio acosado por las tribus salvajes como los pajaguaes o guaikurues, por lo que talló la imagen para que lo salve.
Cuenta la historia que, de un mismo tronco, el indio José talló dos imágenes. La primera, también indicada como la original, se encuentra hasta hoy en el Santuario de Caacupé y la otra en la ciudad de Tobatí.
“Esto está un poco revestido de leyenda, pero la realidad es que los misioneros estuvieron aquí y enseñaron el evangelio, el amor a Cristo y la devoción a la Virgen María”, manifestó el sacerdote.
Por otra parte, existen documentos que demuestran que la imagen de la Virgen de los Milagros se encuentra en el Santuario de Caacupé desde el año 1750, fecha en que doña Juana Curtido de Gracia donó el terreno para una capilla, hoy Santuario. Antes, la imagen recorría casa por casa, sin un lugar fijo.
En 1854 un rayo destruyó el rostro de la imagen, por lo que Don Carlos A. López mandó buscar a un español, experto en restauración, que reconstruyó la imagen. “Algunos dicen que el rostro era muy rústico y que ahora tiene uno mucho más bello y sofisticado”, señala el padre Marciano Toledo.
La primera joya que recibió como donación fue una corona de oro y plata, regalo de doña Inocencia López de Barrios, hermana del Mariscal López. Sin embargo, la joya fue llevada por los brasileños luego de la Guerra del 70 y se dice que se encuentra en el Museo de Petrópolis, entre los trofeos de guerra.
Posteriormente, luego de 15 años, se realizó nuevamente una peregrinación y se agrandó la iglesia, acrecentándose más la devoción a la Virgen. Tanto es así que, para la Guerra del Chaco, Caacupé se convirtió en el altar de la patria.
De esta manera, el sacerdote e historiador hace un relato de la leyenda e historia que rodea a la imagen de la Virgen de los Milagros de Caacupé, que aglutina a unas cuatro millones de personas al año, cada 8 de diciembre.
Al Mirador se puede acceder de lunes a sábado de 07.00 a 11.00 y de 13.00 a 17.00; y los domingos de 08.00 a 15.00, abonando previamente la suma de G. 2000.
Fotos y recorrido virtual: César Orué.