Por primera vez en el país, se resuelve la indemnización por la muerte de una mascota, mediante los votos de los ministros Eugenio Jiménez Rolón, César Antonio Garay y Alberto Martínez Simón, la Sala Civil y Comercial de la Corte Suprema de Justicia (CSJ) resolvió dar lugar a una indemnización por “daño moral” tras la muerte de una perra.
Juan Carlos Franco Klein y Claudia Patricia Vera Sosa promovieron una demanda contra la veterinaria La Quinta SA reclamando indemnización por daños y perjuicios por la muerte de su mascota.
La Sala Civil y Comercial de la Corte Suprema de Justicia dictaminó esta semana, en un histórico fallo, que la citada veterinaria debe abonar la suma de G. 30 millones más intereses, así como las costas pertinentes del caso.
¿Cómo había fallecido supuestamente el animal?
En el texto de la demanda, los afectados señalaron que debido al mal aliento de su animal doméstico llamado Mía, can de la raza Cocker Spaniel, trasladaron al mismo a la veterinaria La Quinta SA, donde pidieron los servicios de limpieza de sarro y baño.
La perra había quedado en la clínica veterinaria para eso, pero que al regresar para retirar al animal, le informaron que la mascota aún no estaba lista para ser retirada, ya que fue sometida a una intervención quirúrgica de extracción de tres dientes y que la herida no se cerró correctamente.
En ese sentido, los afectados aseguraron que esa extracción dental no se autorizó y luego, recibieron la comunicación vía telefónica de la muerte de su animal doméstico al día siguiente de dejarlo en el veterinario, donde le informaron que la perra posiblemente padecía leishmaniasis.
Detalles del caso
Desde la clínica, alegaron a los afectados que a las 15:00 del 1 de junio del 2012, el animal doméstico ingresó al quirófano de la clínica veterinaria.
Detallaron que los dientes no se sacaron, sino que se desprendieron solos por el sarro, cuestión que afectó la raíz y la corona de los dientes y que generó una alteración al animal.
Aclararon que al culminar el procedimiento de limpieza bucal y otros hechos, a consecuencia de la hemorragia, la perra fue monitoreada cada 30 minutos para el control de signos vitales y derivada posteriormente a la sala de internación.
Señalaron luego que a las 2:45 del 2 de junio de 2012 el animal doméstico finalmente falleció.
Desde la veterinaria habían aclarado que la actuación fue acorde con los protocolos veterinarios y que no hubo negligencia. Asimismo, argumentaron que el deceso de la perra se produjo por una condición preexistente, que es el sarro en estado avanzado y problemas de coagulación.
La clínica postuló que se puede considerar como motivo del fallecimiento la fuerza mayor o caso fortuito, lo cual supuestamente les exime de responsabilidad.