El primer ministro holandés, Mark Rutte, explicó en rueda de prensa que se podrá conducir a 120 o 130 kilómetros entre las 7.00 y las 6.00, en las carreteras donde está ya permitido, pero que, durante el día, la velocidad límite se mantendrá en 100 kilómetros por hora.
Esta medida entrará en vigor “rápidamente”, aunque no ha dado una fecha exacta porque habrá que esperar a la adaptación de las señales y la decisión del ministerio correspondiente, por lo que “puede que la reducción no se exija en todas las carreteras al mismo tiempo”.
“A nadie le gusta esto, pero hay intereses más importantes en juego. Tenemos que evitar que Holanda se detenga y pierda empleos innecesariamente”, añadió Rutte sobre una medida que no ha especificado si será temporal.
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Además, el gabinete está tratando de limitar las emisiones de dióxido de nitrógeno de los alimentos para animales, modificando la composición del estiércol para reducir la cantidad de amoníaco, y destinará 60 millones de euros para la rehabilitación de la cría de cerdos, para compensar a los criadores que quieran cerrar sus negocios.
Asimismo, ha asignado unos 250 millones de euros para la “restauración de la naturaleza”, regenerar las áreas naturales dañadas por el impacto del exceso de nitrógeno, y está preparando una ley de emergencia para que los proyectos importantes en el campo de la protección costera, del agua y la seguridad vial puedan continuar.
La crisis de contaminación por la que está pasando el país es “tan compleja de gestionar como la crisis de refugiados de 2015 y 2016", dijo el jefe del Gobierno, después de que el Consejo de Estado declarase que el Ejecutivo “no protegió suficientemente la naturaleza” al otorgar permisos fácilmente para proyectos con altas emisiones de nitrógeno.
Este fallo llevó a frenar muchos planes de construcción y, antes de anunciarse estas medidas, había amenazado con frenar los planes de levantar 75.000 viviendas el próximo año para paliar la crisis inmobiliaria que sufren las grandes ciudades holandesas.
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La situación está llevando a constructores, ingenieros civiles, de carreteras y del sector hidráulico, así como granjeros, a tomar las calles de todo el país, principalmente de La Haya, la capital política de Holanda, para protestar contra las voces que les acusan de ser los principales emisores de nitrógeno.
Las estrictas medidas para atajar los problemas con el dióxido de nitrógeno amenazan decenas de miles de empleos en diferentes sectores como, por ejemplo, las 50.000 personas que trabajan en 1.344 proyectos de construcción e infraestructuras que están en marcha en el país, según cifras de los sindicatos.