“Tus poemas cantados siempre nos harán delirar. Tus demonios han venido a buscarte, pero nunca podremos olvidarte. Las puertas nunca se cerrarán, porque no me canso de escuchar tus canciones”, recitaron Catherine d’Alençon y Bruno Gacon a los pies de la tumba de Jim Morrison, en la que dejaron un ramo de flores y un marco con una foto.
Las vallas que rodean la sepultura para proteger la intimidad del lugar y evitar que la gente se acerque en exceso fueron testigos a lo largo de la mañana de la llegada de cientos de seguidores, algunos de ellos con camisetas del artista y de su grupo, The Doors.
“Hemos venido para vivir este acontecimiento, no hemos venido a ver París; hemos venido a celebrar el cincuenta aniversario con Jim Morrison, nuestro ídolo”, explicaron Mamen Langa y Carlos Sánchez, que vinieron desde Barcelona en coche para la ocasión.
Ambos reconocieron que este “sueño” lo tenían pensado hacer desde hace bastante tiempo, también por el 25 aniversario de su muerte, ya que desde muy jóvenes les empezó a “encantar” Morrison. Pero no ha sido hasta que han pasado 50 años cuando han decidido cumplirlo definitivamente.
La canción L. A. Woman, que se la dedicó a su pareja, Pamela Courson, es una de las que destacó Langa, aunque admitió que todas tienen algo especial por los mensajes que transmitió en aquella época.
“Ha sido un referente tanto personal como musicalmente”, dice Pere Romeu, otro aficionado llegado de Barcelona, que ya estuvo hace dos años en el cementerio y que hoy quiso repetir para compartir el recuerdo de Morrison en compañía.
“Una vida corta, pero intensa”, señaló en relación a su ídolo —muerto a los 27 años— Romeu, que reconoció que todavía se le ponen los pelos de punta cuando escucha canciones como Riders on the Storm, de su álbum L. A. Woman, “uno de los mejores discos de la historia”.
La música de Morrison se dejó escuchar a los pies de su tumba en este día de conmemoración que recuerda el fallecimiento del artista en un piso del barrio de Le Marais, en París, donde se había trasladado para intentar dejar atrás su alcoholismo e insuflarse del espíritu artístico de la ciudad.