22 abr. 2025

Hora de cambiar

El horario de verano entra a regir a partir de octubre, lo que implica adelantar una hora los relojes. Esta medida, que se sustenta en la necesidad de aprovechar mejor la luz solar para un ahorro de energía, ya lleva 45 años de vigencia. ¿Cuáles son sus beneficios y desventajas?

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Se viene escuchando desde 1972: “Ahora vamos a dormir una hora menos”. Y si bien esa sensación puede ser verdadera, solo se manifiesta durante los primeros días porque, al final, uno se termina acostumbrando al horario de verano. Pero a muchos el cambio de horario todavía les quita el sueño.

Hasta hace 45 años el horario oficial de Paraguay era UTC -4, es decir, cuatro horas menos que el del meridiano de Greenwich, y hasta entonces el único que los paraguayos conocíamos. En 1972 el Gobierno decidió que “para ahorrar energía” los relojes debían adelantarse una hora, con lo que se conseguiría la economía de electricidad pretendida, gracias al mejor aprovechamiento de la luz solar. Fue el adiós al reinado absoluto del que hoy llamamos horario de invierno.
Desde entonces, dos veces al año, en marzo y en octubre, nuestros relojes y nuestros organismos deben pasar por el proceso de acomodarse a un nuevo ritmo, que incluye las horas a las que nos dormimos y despertamos, la permanencia en el trabajo o en el colegio, el momento de consumir alimentos y hasta el tiempo que le dedicamos a las actividades recreativas. Nuestra vida, cada aspecto de ella, se altera.
Ideas de cambio
Quienes hurgan en los orígenes de esta cuestión coinciden en que cambiar la hora dos veces al año se le ocurrió por primera a un hombre que dejó marcado su paso por la historia: Benjamin Franklin, quien fue un gran observador y científico –se le atribuye también la invención del pararrayos–, así que cuando fue embajador en Francia (1775-1778), se percató de que a la hora que se levantaba, las 6.00, el sol ya iluminaba su dormitorio.
Por lo visto, en su país natal no solía ser así, de ahí su sorpresa. Entonces, pensó que se podría ahorrar en aceite para las lámparas si la gente se iba a dormir una hora más temprano, de modo a aprovechar mejor a la mañana siguiente la luz diurna para hacer sus tareas.
Esa fue la idea inicial, pero en los hechos recién se materializó cuando Alemania, durante la Primera Guerra Mundial (1914-1918), decidió el cambio de hora para ahorrar carbón y utilizarlo en la conflagración. Enseguida el ejemplo cundió y otros países, de uno y otro bando, adoptaron la misma medida.
Un artículo de la National Geographic –que historia esta medida, que con los años fue introducida por otras naciones– analiza si, efectivamente, se produce un ahorro energético, o si, por el contrario, aumenta al cambiar la hora. Sorprendentemente, o no, las opiniones están divididas y los partidarios son tantos como los detractores. Hay estudios en uno y otro sentido.
El argumento del ahorro energético es el mismo que se utiliza en Paraguay, desde 1972 hasta ahora. Según la ANDE, el principal efecto del cambio en verano es la reducción de la demanda de electricidad en el horario de punta de carga del Sistema Interconectado Nacional (SIN), proporcionando beneficios para el sector eléctrico tales como: disminución de la carga en las redes de transmisión y distribución, reducción de cortes en el suministro de energía, mayor confiabilidad y calidad del servicio.
La reducción de la demanda de electricidad, en el horario de punta de carga del SIN, es explicado por el desplazamiento de la entrada de la carga de alumbrado público y residencial provocado por el cambio horario, evitando así la coincidencia con la carga de los consumos comercial e industrial, cuya reducción normalmente se inicia después de las 18.00.
La superposición de esos consumos, sin el cambio horario, provoca un aumento de la demanda en el horario de punta de carga, con efectos en la seguridad operacional del sistema eléctrico. Los estudios realizados por la ANDE estiman reducciones del 3 al 4% en la demanda máxima de potencia y del 4 al 6% en la energía consumida, en el horario de punta de carga.
También en el área de la salud los resultados son contradictorios o no dan una respuesta única ni definitiva. Lo que está fuera de duda es que sí puede influir –para bien o para mal, según cada investigador– y que existen medidas recomendadas para que el paso de un horario a otro se haga de manera moderada, de tal forma que nuestro organismo se vaya adaptando a un nuevo ritmo.

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Cómo nos afecta
“El cambio de horario afecta a las personas, ya que deben readaptar su organismo al nuevo horario, con las implicaciones fisiológicas que ello conlleva, como la modificación de la exposición a la luz solar, la disminución de las horas de sueño, la modificación del ciclo circadiano y por ende de la secreción de numerosas hormonas y otras sustancias que rigen nuestras funciones fisiológicas en el organismo”, afirma la neuróloga Silvia Abente Cabrera.
Los sectores de la población que se describen como los más sensibles al cambio de hora son los ancianos, los niños en edad escolar y las personas con factores de riesgo cardiovasculares.
No obstante, Abente aclara que difícilmente las consecuencias sean fatales, pues no implica un cambio a gran escala como podría ser un efecto de jet lag de cambio de huso horario (mayor a tres horas). En el caso del cambio de horario de verano, la adaptación suele ser bastante rápida, alrededor de una semana, con variaciones según la población.
Además, se pueden implementar medidas preventivas para facilitar la adaptación. Por supuesto que es posible considerar como un factor estresante que, sumado a otros factores de riesgo, puede influir en cuadros cardiovasculares. “Pero insisto en que el cambio de horario en sí no representa un riesgo para la salud”, asegura la profesional.
Algunas de las medidas que se pueden aplicar para minimizar los efectos consisten en iniciar las actividades progresivamente más temprano, por lo menos los cinco días previos al cambio. Además, la modificación de los horarios de las comidas también debe ser progresiva.
Es recomendable realizar actividad física en las mañanas, no en las tardes, y también evitar el uso de dispositivos electrónicos tales como computadoras, laptops, tablets, teléfonos celulares y otros, inmediatamente antes de acostarse, y particularmente en un ambiente oscuro –algo muy común–, ya que esto promueve una disminución en la calidad del sueño.
También se aconseja evitar bebidas estimulantes como el café, el mate, el tereré, el té negro y energizantes, sobre todo en horarios de la tarde. “Lo que buscamos es que el sueño gane en calidad, y sea eficiente y reparador para iniciar el nuevo día en un horario más temprano del habitual”, afirma la profesional.
Muchas de estas medidas hacen a lo que se denomina una buena higiene del sueño. A ellas se podrían agregar evitar el uso del televisor en el dormitorio y la costumbre de dormir con luces o radio encendidas.
Fechas variables
En Paraguay, el cambio de hora se puso en vigor por primera vez en 1972, aunque oficialmente recién en 1975 se emitió el decreto correspondiente. Al principio se pasaba al horario de verano el primer día de octubre y al de invierno el primero de marzo, sin importar a qué altura de la semana sucedía esto.
Más adelante se optó por que el cambio se hiciera el primer domingo de octubre y el primer domingo de marzo, para que la gente tenga al menos un día para habituarse al nuevo horario. Pero desde hace algunos años el paso se realiza el primer domingo de octubre y el cuarto domingo de marzo, lo que implica que ahora el horario de verano es seis u ocho semanas más extenso que el de invierno.
Ser o no ser
“No existe ninguna ventaja para el organismo en el cambio de horario, quizás sí de manera indirecta para una mayor exposición a la luz solar, pero esto último es propio de las estaciones de primavera-verano”, asevera Abente Cabrera.
La medida de modificación del horario, tanto de verano como de invierno, data de inicios de siglo y todavía sigue siendo utilizada en sinnúmero de países por sus implicancias en ahorro energético y finalmente en la economía, e incluso hasta en el beneficio medioambiental.
“No considero que desde el punto de vista estrictamente médico aún exista evidencia de impacto sustancial en la salud que pueda contrarrestar el beneficio de este cambio en otros aspectos socioeconómicos”, añade la neuróloga.
Sin embargo, también existen otros factores a considerar, como la posible escalada en la violencia que representa el cambio a horario de invierno, donde las jornadas se extienden y hay menos luz, y otros aspectos que se pudieran debatir con todos los sectores de la sociedad.
Más allá de posiciones opuestas en cuanto a la conveniencia o no de cambiar de hora dos veces al año, la medida se sigue aplicando en Paraguay y no se escuchan suficientes voces en contra como para pensar que en el futuro cercano habrá alguna iniciativa oficial para revertir la medida. Queda el consuelo de que, en compensación, en marzo “vamos a dormir una hora más”.

Fotos: Getty Images / Javier Valdez.

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Ciclo circadiano
Los ritmos circadianos son cambios físicos, mentales y conductuales que siguen un ciclo aproximado de 24 horas y que responden, principalmente, a la luz y la oscuridad en el ambiente de un organismo. Se encuentran en la mayoría de los seres vivos, incluidos los animales, las plantas y muchos microbios diminutos. El estudio de los ritmos circadianos se llama cronobiología.
Fuente: National Institute of General Medical Sciences.

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Los que sí y los que no

Paraguay es uno de los países que por más tiempo llevan implementando el cambio de horario, pues nuestros vecinos y otras naciones de la región han tenido políticas distintas a lo largo del tiempo. En Latinoamérica también modifican Uruguay, Chile y la zona sur de Brasil. En cambio, Venezuela, Surinam, Guyana y Guayana Francesa nunca lo han hecho.
En Europa realizan el doble cambio todos los países, a excepción de Bielorrusia y la parte europea de Rusia. En América del Norte, Estados Unidos, Canadá y México rotan el horario, menos los estados de Arizona y Hawái, en Estados Unidos; Sonora, en México; y Saskatchewan, en Canadá.
En Asia, Rusia es un caso especial, dado que el horario de verano fue introducido y cancelado varias veces. China lo implantó, pero finalmente lo canceló, al igual que Corea del Sur. Los países de Oriente Medio que sí siguen el cambio de horario son Irak, Azerbaiyán, Israel, Palestina, Siria, Líbano y Jordania.
En África usan el cambio horario Libia, Namibia y Marruecos, así como parte del Sahara Occidental, pero la mayor parte de los países del continente nunca lo han utilizado. En Oceanía, el Territorio de la Capital Australiana y los estados de Nueva Gales del Sur, Victoria, Tasmania y Australia Meridional sí cambian de hora, aunque no suponen ni la mitad del territorio de Australia. Nueva Zelanda y Papúa Nueva Guinea también realizan el cambio de horario.