Los tomates y locotes mueren en las fincas y tampoco hay esperanzas con las lechugas. El dirigente del Departamento Central de la Federación Nacional Campesina, César Riveros, describió el escenario de las pequeñas fincas, donde va muriendo la producción de alimentos.
Riveros estima una pérdida de hasta el 70% y en ese sentido teme un desabastecimiento de estos alimentos durante el 2022.
Las plantas que se destruyen con mayor facilidad son las que están completamente expuestas al clima, es decir, las que están en áreas sin malla de media sombra e invernadero. A esto Riveros sumó la falta de cañerías para concretar los trabajos de distribución del agua que proviene de los pozos que construyó el Ministerio de Agricultura y Ganadería, y que sin embargo no se pueden aprovechar ante la ausencia de un sistema de regadío.
Tampoco hay disponibilidad de semillas, especialmente las de tomate, aunque los interesados dispongan de capital.
Los afectados habían recibido promesas de parte del Ministerio de Agricultura y Ganadería sobre la provisión de equipos e insumos como mochilas pulverizadoras y simientes, sin embargo hasta el momento la institución no cumplió con el compromiso, lamentó Riveros.
El mismo panorama se observa en las huertas de los productores de Caaguazú, el departamento que concentra la mayor superficie de cultivos hortícolas. Aunque en esta zona también hay experiencias exitosas de agricultores.
El dirigente de la Asociación de Horticultores de San Ramón, Yhú, Gregorio Ocampos, relató que en su comunidad prácticamente todos los horticultores cuentan con invernadero y producen durante todo el año.