01 abr. 2025

Huertas escolares: Aprenden a cultivar sus alimentos y lo replican en la casa

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En comunidad. El trabajo en las huertas ayuda a la escuela a conectarse.

A trabajar la tierra. En la ciudad de Arroyos y Esteros, en el Departamento de Cordillera, se desarrolla un proyecto educativo que apunta a expandirse. Se trata de Ñemyty Mbo’ehaópe (Cultivando en la Escuela), una iniciativa que promueve buenas prácticas ambientales y pedagógicas mediante la instalación de huertas orgánicas escolares, propuesta que se enmarca dentro del programa Comunidad Emprendedora.
La Escuela N° 2226 Berta Zaldívar de Pappalardo es el espacio de la primera huerta escolar con la intención de que funcione como un centro de formación y replicación en otras instituciones.

La promotora de la iniciativa, Luisa Lucha Abbate, explicó que la huerta escolar es el pretexto para construir comunidad. ‘‘Convoca a maestros, alumnos, padres, vecinos y autoridades locales en un ejercicio de trabajo en equipo y responsabilidad conjunta en la educación”.

Uno de los aspectos más destacados del proyecto es su integración con el currículo escolar. Abbate señaló que la huerta es un espacio de aprendizaje transversal, donde los estudiantes pueden aplicar conocimientos de distintas áreas. “A través del trabajo en la huerta, los niños y jóvenes pueden aprender matemáticas, comunicación, escritura y hasta ciencias naturales de manera práctica”.

Explica que esta metodología permite que el aprendizaje sea vivencial y significativo, ya que los estudiantes participan en todas las etapas del proceso, desde la preparación del suelo hasta la cosecha.

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Además, la iniciativa fomenta la alimentación saludable, ya que los alumnos aprenden a cultivar sus propios alimentos y se incentiva a las familias a replicar la experiencia en sus hogares. “El sueño es crear una red de huertas escolares y familiares”, expresó Abbate, destacando que la propuesta también tiene un impacto en la soberanía alimentaria de las comunidades.

Uno de los avances resaltantes del programa en 2024 es la formación de formadores, un proceso que busca capacitar a estudiantes de formación docente y del bachillerato técnico agropecuario para que ellos mismos puedan replicar la metodología en otras escuelas.

“Ellos se capacitarán en el primer semestre y en el segundo aplicarán sus conocimientos en sus prácticas educativas”, explicó Abbate. Esto significa que los futuros docentes y técnicos agropecuarios tendrán la capacidad de implementar huertas escolares en las instituciones donde trabajen en el futuro, asegurando la sostenibilidad del proyecto a largo plazo.

Para respaldar esta formación, se firmó un convenio con el Ministerio de Educación, a través de la Dirección Departamental de Cordillera, que permite que las horas de capacitación sean reconocidas como parte del currículo de los estudiantes.

Ñemyty Mbo’ehaópe se basa en una filosofía educativa con raíces profundas en la historia de Paraguay. Abbate recordó que el proyecto se inspira en el legado de Ramón Indalecio Cardozo, reconocido pedagogo paraguayo que en la década de 1920 impulsó la Escuela Viva, un modelo educativo que integraba la enseñanza con el trabajo y la autosustentabilidad.

Luego del éxito inicial en la Escuela Berta Zaldívar de Pappalardo, la meta es extender el proyecto a más instituciones de Arroyos y Esteros y otras localidades. “Para esto, el equipo detrás de la maravillosa iniciativa está gestionando alianzas con auspiciantes y padrinos que ayuden a financiar los costos de honorarios, materiales e infraestructura para la instalación de nuevas huertas”, refirió.

La experiencia en el campo, con las plantas, permite desarrollar habilidades prácticas y cognitivas al mismo tiempo. Lucha Abbate, impulsora del proyecto.

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