En el centro del atrio de la plaza del Vaticano se colocaron en la mañana de este jueves los restos mortales del papa emérito Benedicto XVI, fallecido el pasado sábado a los 95 años, tras una procesión desde el interior de la basílica y después de que este miércoles tuviera lugar el cierre de una capilla ardiente que fue visitada por casi 200.000 personas.
Fue introducido en un féretro de madera de ciprés, como manda la tradición.
El papa Francisco llegó minutos antes de la procesión en silla de ruedas y se sentó en un sillón colocado especialmente para él en el altar. La misa fue presidida por el Santo Padre, pero celebrada por el decano del Colegio Cardenalicio, el italiano Giovanni Battista Re y concelebrada por unos 120 cardenales, 400 obispos y 4.000 sacerdotes.
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La prolongación de la ceremonia religiosa estaba previsto que durara casi tres horas. Al término, el ataúd del pontífice emérito será trasladado a la cripta de la Basílica de San Pedro para ser enterrado en la tumba que perteneció a Juan Pablo II antes de ser beatificado, por deseo expreso del papa alemán.
El secretario personal de Joseph Ratzinger, monseñor Georg Ganswein, y las cuatro mujeres del instituto Memores Domini que se encargaron de él durante este tiempo se encuentran en primera fila, en un lateral del altar mayor.
“A grandes rasgos, la celebración litúrgica seguirá el modelo de las exequias referidas al sumo pontífice, pero incluye algunos elementos originales y elimina otros”, como subrayó el portavoz vaticano, Matteo Bruni.
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Se modificaron, por ejemplo, las oraciones en las que se mencionaba la Sede Vacante o el fallecimiento de un pontífice reinante y se ha eliminado la oración final del vicario de Roma.
Al no tratarse de un funeral de Estado, ya que Benedicto XVI dejó de ser el jefe de Estado vaticano tras su renuncia en 2013, solo se invitó a las delegaciones oficiales de Alemania e Italia, pero varias autoridades políticas acudieron a título personal, como la reina emérita de España, doña Sofía, y el rey de Bélgica, Felipe, y su esposa Matilde.
También se encuentran presentes numerosos representantes ecuménicos, entre ellos el metropolita Emmanuel de Calcedonia y Policarpo de Italia, del Patriarcado Ecuménico de Constantinopla, y Antonio de Volokolamsk, presidente del Departamento de Relaciones Eclesiásticas Exteriores del Patriarcado de Moscú, en representación del patriarca Cirilo.
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Al final de la celebración, Francisco incensará el féretro con restos de Benedicto en un ritual llamado Ultima commendatio et valedictio (Última recomendación y despedida) y se procederá a dar sepultura en privado al papa, que será enterrado en las Criptas Vaticanas, en la tumba que perteneció a San Juan Pablo II y previamente a Juan XXIII, también proclamado santo.
La delegación de gobierno de Roma efectuó un importante despliegue de seguridad, con más de 1.000 agentes y el cierre del espacio aéreo sobre la plaza, dada la presencia de decenas de miles de personas.
El papa Francisco destacó la “sabiduría, delicadeza y entrega” que Benedicto XVI “supo esparcir a lo largo de los años” en la homilía de la misa funeral de su predecesor, que leyó sentado debido a sus problemas de rodilla, lo que representa casi una circunstancia casi inédita en la historia de la Iglesia Católica, puesto que el fallecido el pasado 31 de diciembre a los 95 años renunció hace casi 10 desde al pontificado.