Esto, durante la misa del Domingo de Ramos en la Basílica de Caacupé, tras la tradicional bendición de las palmas. “Anímense a revisar esas estructuras injustas que se han establecido. Y tengan ustedes también el coraje de derribar esas barreras que oprimen a nuestro pueblo”, exhortó en el inicio de Semana Santa.
En su homilía, en la que comparó la pasión y humillación de Jesús con el sufrimiento del pueblo paraguayo, Valenzuela criticó duramente la impunidad y la corrupción, señalando como ejemplo “toda esta mafia de los pagarés”, que arruina la vida de personas inocentes. “Cuánta gente una mañana se despertó y ahí está una cuenta que debe pagar por millones y no sabe ni de dónde apareció”, denunció.
También se refirió a las firmas falsas usadas para obtener permisos ilegales y a otros esquemas de fraude como lacras que “siguen carcomiendo los cimientos de nuestro país”.
El obispo de Caacupé interpeló con fuerza la situación social de los sectores más vulnerables. Recordó que en sus recorridos por zonas alejadas encuentran escuelitas con dos alumnos y dos profesores donde apenas llega el alimento escolar y en otros lugares hacen lo imposible por sobrevivir, ‘‘allá lejos, entre montes’’.
‘‘¿Qué buena educación estamos necesitando nosotros? Pan, ¿alcanza para gran parte del pueblo? Tierram ¿tenemos lo suficiente? ¿Techo? ¿Trabajo digno para todos? ¿Salud integral? ¿Tenemos esto?’’.
Valenzuela instó a no callar ante las injusticias. “No tengamos miedo de hablar. Hay que hablar. No podemos callarnos ante tantos delitos impunes”, dijo, advirtiendo que la máxima corrupción del pueblo es la impunidad. ‘‘Esto nos lleva al abismo”.
También mencionó a los sectores más desprotegidos como las personas en situación de calle, los ancianos abandonados, las personas con discapacidad, y, especialmente, los niños y adolescentes víctimas de abuso. “¿Cuándo pararemos con esto?”, exclamó.
Indiferencia y superficialidad. Por su parte, en Asunción, el cardenal Adalberto Martínez exhortó a los fieles a reflexionar sobre su respuesta ante el sufrimiento humano, instando a una fe más activa y empática. Criticó la indiferencia frente al dolor ajeno, mencionando la precaria situación de las comunidades indígenas de Alto Paraguay, Chaco, que carecen de asistencia adecuada. “Claman con ser auxiliados adecuadamente, en una emergencia que se posterga oficializar para ser socorridos con políticas públicas integrales y sustentables, que se vienen arrastrando por años”, subrayó.
Advirtió sobre el peligro de una religiosidad superficial y llamó a convertir la celebración de la Semana Santa en una oportunidad para la transformación interior y el compromiso con la Justicia y el amor, superando la apatía y la indiferencia.