Esto, durante la homilía del séptimo día del novenario en honor a la Virgen de Caacupé, que tuvo como tema “Esperanza para los privados de libertad y para las personas que padecen por consumo, dependencia o abuso de sustancias y otras adicciones”.
El líder religioso lamentó que “muchas personas, sobre todo jóvenes, vivan prácticamente esclavizadas, como encarceladas también por el consumo y dependencia de estas drogas psicoactivas”.
Describió el efecto devastador de estas sustancias como ‘‘veneno puro’’, señalando que “dañan el cerebro, perturban la mente, debilitan la voluntad, hacen perder la conciencia de uno mismo y el dominio de lo que se hace”.
También se refirió al impacto que estas adicciones tienen en los entornos cercanos, ya que las personas adictas se van matando a sí mismas. ‘‘Su condición física, su economía, su reputación... y van matando al mismo tiempo su familia y la sociedad’’.
Cabello apuntó a diversos actores como responsables de esta problemática. Por un lado, criticó a los consumidores de estas sustancias, calificando su compra como “un grave acto de responsabilidad moral” y lamentó que, en algunos casos, personas “roban o hasta matan por sacar unas monedas y comprar su maldita droga”. ‘‘Me imagino el dolor, el sufrimiento y la impotencia de los familiares’’.
Por otro lado, señaló con firmeza a los vendedores y al sistema que facilita el narcotráfico. “Hay un esquema de comercio para el cultivo, la elaboración, el tráfico y la venta nacional e internacional. Muchos son los que lucran, se benefician, se enriquecen con este negocio ilícito”.
Además denunció vinculación entre el narcotráfico y las estructuras políticas con la financiación de sus campañas electorales y ante esto, enfatizó que “nuestra nación paraguaya debe rechazar convertirse en un narco-Estado”.
Cabe mencionar que el Operativo A Ultranza Py desarticuló una red de narcotráfico y lavado de dinero que involucró a políticos, seudo empresarios y hasta a un pastor de la iglesia.
‘‘No podemos permitir que se sigan envenenando nuestros jóvenes en las esquinas, a la salida de las escuelas, los colegios y universidades. No se puede permitir la complicidad inmoral de algunos miembros de los organismos de Justicia, fiscales, jueces y de los órganos de seguridad del Estado para permitir la venta impune de estas sustancias nocivas’’.
El obispo exhortó a las autoridades y a la sociedad a actuar con decisión, diseñando políticas públicas y planes efectivos para erradicar este mal de las adicciones. Llamó a las familias para estar más presentes en la vida de los jóvenes. “Deben cuidar de la atención anímica y espiritual de sus miembros, especialmente los adolescentes y jóvenes’’.
Además se refirió sobre la dignidad de las personas privadas de libertad, muchas de las cuales enfrentan situaciones de exclusión vinculadas a las adicciones. Criticó el hacinamiento en las penitenciarías, así como la carencia de programas claros de rehabilitación y reinsertación.