Hace una semana, alrededor de las 9.00, ocho militares, miembros de la Fuerza de Tarea Conjunta (FTC), fueron asesinados en la zona de Arroyito.
Los uniformados se trasladaban a bordo de un camión desprotegido cuando estalló una bomba a su paso y posteriormente fueron ejecutados por un grupo de criminales que los aguardaban desde el costado del camino vecinal.
Las víctimas fueron el subteniente Félix Fernández Duarte, sargento 1.º Hugo Candia, suboficial 1.º Lucio de Jesús Torrasca, vicesargento 1.º Pablo Farías, sargento 1.º Robert Fabián Cañete Pereira, vicesargento 1.º Genaro de Jesús Arias, sargento 1.º Éder Arias y el sargento 2.º Sergio Daniel López.
Este sábado, un equipo periodístico de Telefuturo se desplazó hasta el lugar para conocer en detalle las características del sitio y cómo quedó la zona luego del atentado contra los efectivos castrenses.
Se puede observar cómo quedó el camino, luego de la explosión de la bomba que fue enterrada días antes, ya que la tierra no mostraba rastros de que fue removida recientemente, de acuerdo a las investigaciones.
También se muestra la zona boscosa en donde, aparentemente, estaban aguardando los miembros del grupo delictivo antes de emboscar a los militares.
Los criminales, que serían ocho a nueve hombres, se apoderaron de ocho fusiles reglamentarios con sus cargadores y chalecos antibalas de los uniformados fallecidos, y se los llevaron. Según la Policía, los terroristas prepararon la bomba solo para parar el camión y atacar a sus ocupantes, que poco tiempo tuvieron para reaccionar.
El trágico suceso desató una crisis en el área de la seguridad y, rápidamente, las críticas apuntaban al ministro del Interior, Francisco de Vargas, a los comandantes de las Fuerzas Militares, Luis Gonzaga Garcete y de la Fuerza de Tarea Conjunta (FTC), José Alvarenga.
Ambas cámaras del Congreso sesionaron en forma extraordinaria para analizar la seguridad en el país. La Cámara de Senadores se convirtió en un hervidero que se dividió entre izquierda y derecha como parte del debate, que duró casi 6 horas, en torno al asesinato de los ocho militares.
Mientras que en la Cámara de Diputados, con una mayoría absoluta de colorados, se defendió la gestión de De Vargas y los dardos de culpabilidad apuntaron a la oposición. Desde el mismo Ejecutivo se le echaba la culpa a los opositores por lo sucedido.
El presidente de la República, Horacio Cartes, quien se encontró con el trágico suceso a su vuelta de México, confirmó días después que no estaba en sus planes cambiar a los responsables de la seguridad del país, a pesar de la exigencia de los opositores y de gran parte de la población.
Cree más oportuno convocar a una cumbre de poderes, con las máximas autoridades del Ejecutivo, Legislativo y Judicial, para analizar el tema y buscar los mecanismos adecuados para seguir afrontando la lucha contra los grupos armados.