27 nov. 2024

Impuesto al perjuicio

Guido Rodríguez Alcalá

“A nivel nacional, el aumento del consumo del alcohol, abundante y barato, causará un incremento importante en la tasa de alcoholismo y sus problemas derivados [...] los accidentes de tránsito y los crímenes violentos”.

Lo dijo el doctor Telmo Aquino, pronosticando lo bueno y lo malo de la década de los ochenta, el 30 de diciembre de 1979, en ABC (Revista). La situación no ha variado mucho en los noventa, en el 2000, ni en nuestra década.

El alcoholismo es un problema por sus consecuencias directas (accidentes, homicidios) e indirectas (daño a la salud).

Parte de la solución sería hacer cumplir la ley en todos los casos, sin ningún tipo de excepciones.

La otra parte sería dificultar la circulación del alcohol abundante y barato.

Por cierto, en el Paraguay, existe el impuesto selectivo al consumo, que grava los productos que no son de estricta necesidad o son nocivos, pero el impuesto es muy bajo tratándose del alcohol, el tabaco y las bebidas azucaradas.

Subir el impuesto, aplicarlo estrictamente y castigar las infracciones (incluyendo la venta a menores de edad), sería dar un paso adelante.

Además, se deben prohibir las promociones, es decir, la venta de alcohol a menor precio, para ganar más vendiéndolo más.

Pero ¿esto no sería interferir en el libre mercado?

Lo dudo. El libre mercado ha servido de pretexto a muchos especuladores por demasiado tiempo.

Además, en un país famoso por su tradición de libre mercado, como el Reino Unido, se ha dictado una ley que fija un precio mínimo para el alcohol (minumum unit price), y que entrará en vigor en Escocia a partir de este año.

Con esta ley se sube el precio que podrá tener una copa de vino, una lata de cerveza, etcétera. La idea es que costando más, se las consumirá más.

Los fabricantes de bebida alegaron que la ley era inconstitucional, y la Corte Suprema declaró que la ley era constitucional, así que se la va a aplicar.

El Parlamento inglés la aprobó después de un estudio detallado, considerando que tendría un efecto positivo.

¿Una decisión política? No.

Sobre el tema, se puede leer en internet un artículo de la revista médica The Lancet (“Offline: Time to act on minumum unit pricing of alcohol”).

The Lancet, que comenzó a publicarse en 1823, es una de las revistas más antiguas y respetadas en el mundo.

Sobre el tema, y según un estudio científico, dice el artículo que una suba del precio afectará menos a los bebedores moderados que a los alcohólicos y evitará muertes prematuras; por eso, es deseable que se imite el ejemplo de Escocia.

De hecho, ya se habían tomado medidas en esa línea. Con ellas, Michael Bloomberg, alcalde de Nueva York entre 2002 y 2013, consiguió reducir el consumo de alcohol, tabaco y azúcar de sus conciudadanos.

El presidente mexicano, Enrique Peña Nieto, redujo el consumo de azúcar y la consiguiente obesidad en su país.

El Uruguay, pese a la oposición de Philip Morris, redujo el tabaquismo.

No será fácil, pero tampoco imposible, imitar esos buenos ejemplos en el Paraguay.

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